XXIII┊Confesión

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Tic-toc, tic-toc

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Tic-toc, tic-toc. Lo único que se escucha es el incesante sonido del reloj de pared. Tan lento y desesperante como cada día de el último par de meses. Pero específicamente en esta hora de sus dos sesiones semanales se le hace aún más eterno el tiempo. Ya ha cambiado tres veces de psicólogo porque no se sentía cómodo y Jessica ya no sabía debajo de que piedra buscar alguien del gusto de Christopher. Hasta que finalmente pensó en que alguien de su entorno más cercano podría ser de ayuda, y para su suerte en la escuela del menor hay una psicóloga omega de buen corazón y con mucha paciencia.

—¿Te quieres ir no es así?— pregunta con calma la mujer de casi treinta años relajada en su asiento como si la situación no fuese totalmente incómoda para Christopher.

Christopher asiente desviando la mirada mientras juguetea con sus manos. No le encuentra el sentido. Cuando su madre dijo que le ayudaría no pensó que le obligaría a ir a un lugar a hablar de sus problemas a gente que ni lo conoce. ¿Porqué otras personas se interesarían en sus inseguridades? Tonto. Lo único que le había gustado de todo era que su padre lo inscribiera en kickboxing. El ejercicio lo ayuda a quitar toda su ira imaginando que a quien golpea es al alfa-apestoso-arruina-relaciones causante de desatar sus celos a niveles exorbitantes es a quien golpea. Claro que luego ese rostro, es reemplazado por el de si mismo.

—Entonces, ¿Porqué estás aquí?

Aquella pregunta lo saca de sí mismo. ¿Porqué está aquí? Su mamá tomó las horas, pero bien él podía escabullirse entre su escuela y esconderse en los baños o decirle que no quería ir. Él mismo es quien entra y se sienta en esa silla, con su corazón inquieto y sus labios sellados.

—Porque... no lo sé— la mira, sintiendo en su mirada el interés y una pizca de comprensión aunque no sepa mucho más que su nombre—. Yo no quiero ser así pero no puedo evitarlo. No quería lastimar a mi hermano, ni al tonto alfa ni menos a mi... a Minho. P-pero tenía miedo. Y ya no lo puedo reparar.

—Christopher, está bien sentirse mal— le responde con una sonrisa pequeña, reconfortándole—. Todos cometemos errores, todos, hasta Dios. Y que te sientas mal está perfecto, porque demuestra que estás arrepentido ¿O, no?— evidencia—. Arrepentirse es humano. Pero no te puedes quedar con eso toda la vida. Tu vista está tan nublada por la tristeza que no te deja ver las múltiples soluciones que hay. Con tu familia y sobre todo con ese chico... Minho si no me equivoco. Su nombre suena lindo.

Christopher reflexiona en silencio casi tanteando el terreno. Las palabras de la omega lo acarician como a quien jamás ha tenido contacto. Suspira antes de por fin, decidirse. Quizás abrirse un poco no sea tan malo. Ella se ve dispuesta a ayudarle, y él está cansado de guardarse todo. Prometió hacerlo. Irá paso a paso por reconstruir lo que destruyó. Y además, aprovechando para poder hablar de lo hermoso que es su ex, pero futura, pareja.

—Él es muy bonito, tiene los ojos preciosos y azules, parece un muñeco de esos que venden por la tele...

—Él es muy bonito, tiene los ojos preciosos y azules, parece un muñeco de esos que venden por la tele

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My Little Alpha | ChanHo/Bangho Donde viven las historias. Descúbrelo ahora