¿Prologo? - Capitulo 0

168 15 19
                                    

El amanecer de un nuevo día

El frío viento recorrería un elegante bosque oculto entre la niebla, cuyos árboles frondosos no dejaban entrar los rayos del sol. Los pacíficos lagos y ríos del lugar eran gobernados por mariposas durante los días y por luciérnagas durante las noches. La libertad estaba en su máxima expresión revelando hermosos paisajes entre algunas montañas cercanas.

Las diferentes estaciones de los años bañarían repetidamente una gran piedra ámbar, está al pasar el tiempo se llenaba de moho y plantas. En los días lluviosos, extrañamente resplandecía esa gran piedra.

—Sé que estoy vivo, pues en el pasado lo estuve — Dijo la conciencia de alguien en la profunda oscuridad. — Sin embargo, ahora no siento nada...

El sufrimiento de aquella conciencia era tan grande que se desgarraba por completo, no tenía ningún sueño o pesadillas que añorar, simplemente estaba despierto esperando algo. Recuerdos fugaces se deformarían al pasar el tiempo olvidando rostros y sonrisas que pertenecieron alguna vez a alguien, dejando solo un infierno silencioso.

Al pasar más años, aquella conciencia lentamente perdía su voluntad, deseando no existir hasta que de pronto un ligero destello brillo tenuemente. Un cuerpo se empezó a dibujar con una espuma blanca que se creaba en esa fría oscuridad, rompiendo varios grilletes inexistentes de esa frágil conciencia.

—No, no importa lo que haga, no creo ser libre... — Se dijo a sí mismo la conciencia rindiéndose de todo esfuerzo al ver como esa luz desaparecía lentamente.

Hasta que por completo vería una luz cegadora; sus verdes ojos deslumbrados pronto se acostumbrarían a la iluminación dándose cuenta de que yacía en el interior de un antiguo templo. Unas piedras del techo habían caído rompiendo aquella piedra ámbar liberándolo de su eterno sufrimiento mental, ahora podría moverse hacia la búsqueda de la libertad, aunque no sería nada fácil.

Las cadenas que le rodeaban el espíritu, la conciencia... Se habían roto por completo.

Su cuerpo estaba totalmente desnutrido y maltrecho, por lo que apenas pudo salir del ámbar en el que estaba encerrado, cayendo en un pequeño mar de hojas secas. Las hojas eran arrancadas por el gentil viento otoñal del bosque; a pesar de todo, él se levantó y con duro esfuerzo apenas logro recargarse entre los antiguos muros del templo para empezar a caminar hacia lo que parecía el exterior.

—¡Maldición, nunca pensé que caminar sería tan difícil! — Dijo aquel hombre con largos cabellos y una irregular barba roja.

Al lograr salir, varios mirlos y palomas volaron, escapando del lugar, siendo espantadas por los movimientos bruscos de aquel débil hombre.

—El hambre y la sed son ahora un problema, espero poder sobrevivir — Diría él entre suspiros. — Al menos me libré de la desesperación...

Así pasarían más temporadas del año, repitiéndose constantemente hasta que aquel hombre se acostumbró a la amable soledad que le acompañaba en todo el bosque que rodeaba el santuario. Un día de la primavera, él decidió cazar, ya que sus suministros alimentarios empezaban a agotarse, en lo que se adentraba entre los árboles vería el movimiento de un animal con pelaje color café.

Él con piedras y palos lograría crear una lanza filosa utilizándola contra ese animal acertando su tiro; sin embargo, no fue tan letal como para matarlo. Ese animal saldría huyendo de aquel hombre, este último persiguió exhaustivamente al animal para obtener su alimento.

Cuando al fin lo había alcanzado, se dio cuenta de que cazaba a una pequeña cría de un oso. La cara de descontento que puso aquel hombre era lamentable, se sintió mal por el pequeño animal.

— Lo lamento... — Susurró mientras alzaba su lanza.

De un solo golpe acabó con la vida de ese pobre animal, y al anochecer en una pequeña fogata preparó la carne para después comérsela. Mientras comía, empezaron a surgir lágrimas y este se preguntaba el porqué de aquel sentimiento; se había dado cuenta de que algo estaba mal en él y por lo que ahora tendría que descubrir lo que era.

El cielo nocturno brillaba por sus múltiples estrellas y en la oscuridad del bosque, donde los frondosos arbustos yacían descansando, múltiples pares de ojos también brillaban. Aquel hombre instintivamente se levantó con arma en mano, una manada de osos enojados y hambrientos le rodeaba en la inmensidad.

Él no se movía para nada, esperaba a que ellos iniciaran sus movimientos.

Cuando uno de esos osos se abalanzó hacia él, no dudo en acabarlo con una fuerza atroz. Sus ojos verdes se ennegrecían en la batalla por su supervivencia.

— ¿Quién soy, por qué lucho a pesar de que estoy perdido? — Se preguntó mientras sentía el dolor

La sangre frotaba en el aire, las fuertes zarpadas de aquellos gigantes animales parecía ser que no le afectaban, eso no era normal en un simple ser humano.

¿Odio, estoy aquí por el odio?

A pesar de que todos los osos se lanzaron directamente hacia su carne, iban cayendo uno a uno, su fuerza incrementaba.

Cuando el amanecer llego, aquel hombre se alzó entre los múltiples cuerpos con ayuda de su lanza, había perdido su brazo y la poca humanidad que tenía. Eso en realidad ya no le importaba porque ahora podía ver el amanecer de un día más.

—¿Ahora que debo hacer? — Se preguntó mientras se caía desmayado entre la columna de cadáveres.

Mientras tanto, en las profundidades de esas frías tierras, una sola sombra se alzó ante un charco de pesadillas amorfas. Sintió el retorno de su mayor rival, era momento de actuar. 



¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Autor: La obra esta protegida, gracias por leer.

Correcciones actualizadas.

SUEÑOS; El Camino Del Despertar   [FINALIZADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora