|Prólogo|

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Caminaba por el bosque, pisando las hojas secas en el suelo sin importarle las pequeñas piedras que se clavaban en las plantas de sus pies descalzos, y con la vista al frente con un relicario colgado cual serpiente de su cuello.

Su amo lo estaba esperando.

Los ojos azules nublados miraban al frente, pero sin registrar realmente el camino por el que caminaba. Gracias al collar de su maestro, no tenia que preocuparse por nada.

Ya no le dolía la pelea que tuvo con Harry. Ya no temia por su familia en casa, o por Ginny en Hogwarts. Ya no estaba preocupado por la guerra que el mundo magico estaba padeciendo.

Ya no tenia que pensar. Su maestro lo haría por él.

Como si leyera sus pensamientos, el relicario de Slytherin transmitió algo de su magia a la mente de su cautivo, haciendo que este se sonroje al sentir la satisfacción de su maestro emitir de la joya. Un suspiro salió de los labios del pelirrojo, quien estaba cada vez más feliz con cada paso que daba.

Pronto llegó al lago congelado. Sobre él, vestido con túnicas negras y con el rostro que tiene en sus sueños, estaba su amado maestro.

Caminó sobre la superficie congelada del lago hacia el, sin preocuparse por como el frío hielo había quemado sus pies, y al llegar frente al hombre de ojos rojos se arrodilló con una mirada anhelante.

- Maestro... al fin está aquí -Dijo algo tembloroso, por el frío a su alrededor.

Su maestro lo miró de arriba a abajo, con una pequeña sonrisa malvada en sus labios perfectos. Llevo su mano a los cabellos rojizos y acaricio como lo haría con una mascota.

- Pequeño Weasley, sabia que elegirías el lado correcto -Habló con su sedosa voz- Dime ¿Sabés donde se oculta tu amigo Harry?.

Los ojos azules de Ron parpadearon, y el nublado en ellos se empezaba a desvanecer. El relicario volvió a apretarse, y los ojos del joven no tardaron en volverse opacos.

- Por allí... en una tienda de campaña junto a Hermione Granger -Apuntó en una dirección detrás de el, hablando con una voz robótica -Estan buscando el próximo horrocrux para destruirlo.

- Así que Potter ya sabe sobre ellos. Es una pena -Cerró los ojos y pensó- Que lastima que ya no vivirá lo suficiente para ponerle una mano encima.

Levantando su manga, revelando una marca oscura en su brazo, Voldemort apretó su varita contra ella. Todos sus esbirros no tardaron en llegar hacia su posición.

- Capturen a Harry Potter y llévenlo a la mansión Malfoy. Hagan lo que les de la gana con la chica sangre sucia, pero no toquen un pelo de la cabeza de Harry -Sus mortifagos corrieron el la dirección que su señor apuntaba.

Cuando volvieron a estar solos, el señor oscuro sonrió y se agachó a la altura del niño, abrazando su cintura y acercando sus labios a su oído.

- Y en cuanto a ti... es hora de que te de tu recompensa -Susurró sensual.

Un sonrojo inundó el rostro pecoso, y respondiendo anhelante se abrazó a su maestro.

- Por favor... no puedo aguantar más.

Voldemort sonrió. El relicario apretó más fuerte y el pelirojo gimió por el placer.

Lo último que se escuchó en aquel lago congelado fue el crujido de la aparición antes de quedarse en un silencio mortal.

Antes de que el aquel bosque fuera inundado por los gritos de Hermione.

Maestro || Harry Potter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora