Capítulo XI

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—Ya, no llores...

Acababa de bajar del taxi, a quien le pagó y se fue. Pero al mirar a la otra vereda vio a quien no deseaba encontrar.

—¿Qué estás haciendo, Shallot?

—Yo...—Levanta la cabeza encarandolo—haciendo lo correcto.

—¿Lo correcto? Ja ja ja... no me hagas reír, lindura. Vendrás conmigo ahora, no deberías molestar a Black ahora que está con alguien más.

—Su esposo está en peligro...por ti.

—Mira, hagamos esto más fácil, yo mato al madero y tú te callas si no quieres que ese niño quede huérfano. Pero eso no debería preocuparte, de todos modos yo lo criaré como si fuera mi hijo—Va cruzando la calle.

—No puedo quedarme aquí...—era Black quien estaba saliendo de la casa. Al mirar hacia afuera quedó algo impactado viendo a quien estaba allí hablando con alguien más—¿Broly...?

—Shallot, ya vámonos, no puedo perder el tiempo aquí. Necesito terminar con esto.

Shallot mira hacia atrás, logra ver a Black, quien estaba ahí, tan cerca. Pero tenía al bebé en brazos y no quería arriesgarse, sabía que traía un arma consigo. Cerró fuertemente los ojos para luego soltar un suspiro resignado.

—Está bien, vámonos...

—Eso me gusta. Vamos—toma su hombro y lo encamina hacia su vehículo.

Black se quedó allí, viéndolos y siguiéndolos con la mirada. No entendía que hacía él allí. Si hubiera sido en alguna otra parte quizás no le daría importancia... pero fuera de su hogar. Daba mucho en que pensar.

Pero no pudo evitar ver esos ojos magentas que le miraron. Parecían dos rubíes brillantes.

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—Emh... agente Granola—habló Enji, un pelirrojo bastante joven de ojos amarillentos.

—¿Sí?—este estaba revisando la partes de arriba de las casas desde un lateral de la calle.

—¿No se siente vigilado desde hace rato?

—¿También lo notaron? En realidad esta zona es territorio de dos pandillas. Pero no se preocupen, a estas horas es imposible ver a alguno de ellos. Sin embargo, siento que es otra cosa quien nos está acechando.

—¿Algo cómo qué?—Granola no contesta—Agen—se oye un disparo.

Un hombre completamente vestido de negro había estado detrás suyo mientras hablaba, el de mayor rango solo le disparó en la mano, haciendo que tire el arma de fuego para luego inmovilizarlo.

—Responde ¿estás acompañado?

El otro no responde.

—Quizás necesites un incentivo—recarga el arma y la coloca justo en su cabeza—No me hagas hacerlo...¿Estás acompañado sí o no?

—será mejor que sueltes a mi aliado ahora, no querrás que los oficiales a tu cuidado sean dañados, ¿o sí?

Granola siente una pistola justo en su espalda, mira hacia los costados y los dos policías que estaban con él habían sido golpeados en la nuca para noquearlos.

Estaba solo y no podía pedir ayuda por la radio. No tuvo otra opción que soltar el arma y poner las manos detrás de su cabeza. Se entregó para que no lastimaran a los dos novatos a su cargo.

Fueron subidos a una furgoneta que estaba estacionada detrás de una casa luego de que les quitaran los celulares, aunque no les quitaron las radios, estas no se veían a simple vista. Aunque a los dos policías novatos los tiraron como si de basura se tratara.

Granola los mira molesto. Arrastra a ambos hasta el costado donde estaba sentado y coloca sus cabezas cerca a su pecho para que no se golpearan con los saltos que daba la furgoneta al ir bastante rápido.

Al estar solo, apagó las radios de los dos chicos y con cuidado de no ser visto tocó el botón de ubicación que tenía la suya.

Tardaría un poco en llegar la señal hasta los demás, pero al menos sabrían donde estaba si la radio se mantenía encendida o en funcionamiento.

—Quizás... no pueda cumplir mi promesa, cielo. Espero poder salir de esta.

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