CAPÍTULO 20

149 17 0
                                    

(Narra Saotome)

Me levanté en la mañana, era algo temprano, pero la luz ya había empezado a entrar por la ventana.

Miré a mi derecha, Ririka aún estaba durmiendo. Se veía muy linda durmiendo.

Con mucho cuidado para no despertarla me levanté de la cama y me puse mi bata. 

Observé un poco la habitación, ya que ayer no encontré el momento para hacerlo. Era la habitación que los padres de Ririka ocupaban cuando venían de vacaciones. Decidimos usar su cuarto ya que la cama era más grande y sería difícil dormir juntas en una de las demás camas, ya que estás estaba diseñado para una sola persona.

La decoración del cuarto era muy bonita. Toda la casa tenía un aspecto similar; veraniego pero sofisticado. Las tonalidades eran azules y blancas, y había varios objetos del mar que probablemente ido recogiendo durante las múltiples vacaciones que pasaron aquí. Había un pequeño tocador de madera blanca junto a la gran ventana. Tenía peines, perfumes con aspecto caro y joyas que debían ser increíblemente exclusivas. Era ciertamente un entorno interesante.

Antes de que me diera cuenta, la luz ya había iluminado la habitación por completo, así que decidí ir a la cocina para poder prepararle a Ririka algo de desayunar antes de que despertase.

La cocina también tenía ese aire playero, la verdad es que me agradaba.

Miré al reloj de cuco que había en la pared y vi que se me estaba haciendo un poco tarde así que me puse a preparar el desayuno: tortitas con frambuesas. A Ririka le encantaban, sobre todo cuando las hacía yo, o al menos eso había dicho, cosa que no entiendo ya que no me considero precisamente una cocinera increíble, pero si le hacía feliz, valía la pena.

Terminé de cocinar la última tortita y la puse en el plato con las demás. Cogí un poco de sirope de la despensa y algunas frambuesas para decorar las tortitas. Una vez estaban listas las puse en una bandeja con unos cubiertos y me dirigí a nuestro cuarto para dárselas a Ririka.

(Narra Ririka)

Me desperté lentamente y miré el reloj. Era más tarde de lo que solía despertarme, pero estaba de vacaciones y Kirari dijo que me relajara, así que no me preocupé mucho.

Giré a mi izquierda esperando encontrar a Mary aún dormida, pero para mi sorpresa su sitio estaba vacío.

Miré hacia todos los lados de la habitación, pero al no encontrarla asumí que estaba en otra sala de la casa.

Me levanté y me puse unas zapatillas. Hacía un poco de frío así que agarré una chaqueta de lana que había sobre la banquilla del tocador y me la puse.

Aunque mi primer instinto fue ir a buscar a Mary, decidí no hacerlo ya que, conociéndola, si se había levantado sola sin decirme nada debía de ser por algo.

Al no saber que hacer, fui a dar una vuelta por el jardín. Era, sin duda, mi parte favorita de la casa, siempre lo había sido. Nuestro jardín era considerablemente más grande que uno promedio, ya que mi madre adoraba estar en contacto con la naturaleza y pasar el tiempo fuera. Era un lugar mágico, lleno de árboles, flores, fuentes...Además los insectos solían venir así que llevaba observando las mariposas que venían de visita desde que era pequeña. 

Cuando estaba ahí fuera, todo era tranquilidad y paz y perdía la noción del tiempo...

No hay escape para el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora