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Harry y Draco no se conocían, ese día sus vidas se iban a cruzar por primera vez y a partir de ese momento sus vidas cambiarian por completo. 

La mañana del sábado, Harry se levantó más temprano de lo habitual. Había pasado una noche nervioso y pensando en como sería su pareja. Se levantó de su cama y se dirigió rumbo al baño, comenzó a asearse, cepillarse los dientes y poniendose una ropa cómoda para pasar su mañana antes de arreglarse para su reunión. 

Bajo lentamente  las escaleras rumbo al comedor, encontrándose con sus padres conversando quienes al verle le regalaron una cálida sonrisa. 

— ¿Cómo amaneciste, cariño? - menciono su papá Regulus con una mirada cálida.

— Muy bien, pero no pude dormir bien por los nervios.

— No te preocupes, campeón. Verás que todo saldra bien -alentó su papá James.

Después de esa pequeña conversación ambos padres junto al pequeño azabache comenzaron a desayunar con los deliciosos manjares realizados por su elfo doméstico. Al terminar, cado uno se fue por su lado. James Potter fue rumbo a su despacho para dejar todo en orden los documentos que tenía de la oficina de aurores y los de la fortuna Potter, quien al ser el heredero en turno se hizo cargo de su propio negocio familiar de pociones quien junto a su esposo, Regulus, abrieron varias boticas alrededor del mundo mágico trayendo mucha fama y fortuna a su familia. Por otro lado, Regulus Black se encamino hasta su oficina para verificar los contratos de la empresa de su familia. Además, de administrar parte de la fortuna Black, quien al ser el único heredero de la rama principal, gracias a la exclusión de su hermano,  tuvo que hacerse cargo de la mayor parte de las empresas familiares junto a sus primas. A parte de ello, tuvo que ir a su sala conjunto donde preparaba sus pociones para verificar cuales irian al mercado contactandose rápidamente con su socio, Severus Snape. Por último, el pequeño Potter fue rumbo a su sala de entrenamiento para ponerse a practicar unos cuentos hechizos que sus padres le enseñaron con su varita de prácticas. Al aburrirse, se dirigió a la enorme biblioteca y se dispuso a leer.

Al llegar la tarde, los Potter se encontraban en un revuelo escogiendo las túnicas que usarian en unas cuentas horas. Después, de comer un ligero almuerzo cada uno partió rumbo a sus habitaciones para cambiar y arreglarse para estar presentables frente a la otra familia y más aún frente a la matriarca Black.

Al ya estar completamente listos, ambos padres esperaron en la sala de estar a su pequeño hijo, quien al cabo de unos minutos bajo con un traje esmeralda, zapatos de vestir y una túnica negra que cubría sus hombros. 

— ¿Estás listo? - dijo Regulus caminando rumbo a la chimenea para poder viajar. 

— Sí, estoy nervioso. Pero, estoy seguro que mi pareja será genial y todo saldrá bien.

— Bien, entonces vamos - dijo James pasando un brazo alrededor de hijo y agarrando los polvos para viajar. ¡12 de Grimmauld Place!

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En la residencia de los Malfoy, ocurria un evento parecido con el pequeño rubio, despertando con un gran pánico y nerviosismo al recordar que sucederia en unas cuentas horas. 

— Mamá - dijo con las manos fuertemente agarradas en su regazo.

— ¿Qué sucede, cariño? - menciono Narcissa mientras disgustaba su té junto a su desayuno.

— ¿Todo saldrá bien?

— Por supuesto que sí. Verás que la pareja que te toca estará orgullosa de que le hayas tocado. 

— Bien.

— No te preocupes, dragón todo saldrá bien relajate. Ahora termina de desayunar y te vas a tu habitación para arreglarte. 

— Pero, cissi aun falta mucho para la reunión - menciono Lucius quien andaba leyendo "El Profeta" mientrás escuchaba la conversación de su esposa e hijo.

—Eso no importa, mi hijo debe arreglarse bien para hoy. Debe ser el que mejor se vea hoy - puntualizo Narcissa.

—Bien, recuerda Draco eres un Malfoy y un Black no debes olvidar las máscaras, portala con orgullo para esconder las apariencias. 

— Sí padre - dijo serio. Ire a mi habitación a arreglarse

— Bien - dijo Lucius viendo a su hijo dirigirse a las escaleras rumbo a su habitación.

— No seas muy duro, aun es un niño - dijo Narcissa con severidad.

— Lo se. Pero, es para que sea fuerte y nadie se aproveche de sus debilidades, viendo sus emociones.

— Esta bien - dijo por último con un suspiro.

Ambos padres terminaron su desayuno y fueron rumbo a sus despachos. Lucius a verificar los contratos con sus empresas, administrar el dinero y trabajar en nuevos negocios en el extranjero, que serán heredados a su hijo cuando sea mayor. Por otro lado, Narcissa fue a su propia oficina a ver los negocios que tenía con su primo y hermana, verificando y pensando en nuevos negocios para los Black gracias a su gran conocimiento en la administración al igual que su familia y esposo. Además, en ver su propio negocio recien creado, basando en la moda gracias a su gran hobbie de diseñar ropa, cosa que se volvió muy famosa en el mundo magico trayendo grandes frutos y dinero. Por último, el rubio se dirigió a su habitación a leer algunos libros sobre la administración y economía. Al aburrirse, se dirigió a su piano y comenzó a tocar una lenta melodía que habia escuchado en un viaje al mundo muggles. Dejo el piano prendiendo su tocadisco e insertando una canción clásica mientras buscaba sus instrumentos de arte, agarrando un lienzo y muchas pinturas, comenzando a dibujar lo que se le venga en mente. 

Al llegar la tarde, comió una pequeña merienda traida a su habitación por lo elfos y se metió a la ducha, bañandose con diversas esencias que su madre compraba para ellos. Al terminar, salió, se puso una toalla alrededor de la cintura y con otra se seco el cabello. Se puso un traje gris que resaltaba sus ojos, unos zapatos de vestir negros y una túnica negra encima. Al estar listo, verifico la hora y se dió cuenta que faltaba poco para la reunión asi que, fue rápida pero elegantemente rumbo a la sala donde se encontraban sus padres al costado de la chimena. 

—¿Estás listo, cariño? - dijo su madre quien llevaba un hermoso vestido creado por ella que almoldaba su cuerpo de una manera hermosa.

— SÍ. ¿Me veo bien? - dijo con nerviosismo el pequeño.

— Por supuesto, dragón. Te ves muy bien. Ahora ponte derecho y a causar una gran impresión. Somos los Malfoy-Black -dijo su padre con una sonrisa agarrando el hombro de su hijo y caminando a la chimenea. ¡12 de Grimmauld Place!


El compromiso de los BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora