Hacía frío esa noche pero no era la causa de que Maria Teresa estuviera aferrada a sus suaves mantas. Miró hacía la puerta esperando que su cuidadora o alguna criada viniera como siempre lo hacían cuando ella pedía algo pero nada pasó. En medio de la oscuridad fijó su vista en el balcón de su habitación y aunque estuvieran las ventanas firmemente cerradas podía escuchar los ruidos escandalosos de los truenos que rugían y las espantosas luces de los rayos. Llovía desde hace rato pero aún estaba dormida para darse cuenta hasta que despertó un momento por la tormenta. Estaba por dormirse de nuevo hasta que un sonido diferente al de los truenos la alertó. Parecían rasguños, similares a los que hacía su gatita cuando rasgaba las cortinas solo que está vez sonaban más fuertes. De repente los rasguños cesaron para escuchar directamente unos toques en la ventana. Pum, Pum, PUM. Soltó un gemido angustiado.
Era ahora imposible dormir, aquello que estuviera detrás de las ventanas parecía querer asustarla. No sabía qué era o quién hacía esos ruidos pero no quería ni siquiera imaginarselo. Estaba aterrada, sabía que no era una pesadilla porque no se despertaba. La luz de un rayo hizo iluminar directamente la habitación un segundo hasta que la sombra de algo en la ventana la hizo está vez esconderse en las mantas nuevamente. Era su fin, esa sombra vendría por ella. Las primeras lágrimas salieron de sus ojitos verdosos. Tenía que irse de allí y era un hecho.
Pensó en irse con su hermano menor, Luis José, pero este aún era un bebé directamente así que no sería de mucha ayuda, además que no quería llevar esa cosa hacía su hermanito. Ella como hermana mayor tenía que cuidarlo y más porque era un bebé enfermo según entendía. No, no iría a su habitación a pesar de que allí estarían muchas cuidadoras. Tal vez tendría que ir con su madre pero ella hacía tiempo que no dormía en el palacio con ellos. Se había mudado a otro lugar donde estaba también esa señora amiga de ella llamada Gabrielle aunque ella le decía Gabby porque era más fácil de decirlo. Jamás entendió porque se alejó de ellos pero le molestó. En su mente ella pensaba que ya no quería estar cerca de ellos. No iría con su madre por esa razón, además que estaba lejos y no sabía cómo llegar hasta allí, si la viera salir del castillo el monstruo seguro la atraparía más fácilmente. Tendría que ocultarse en el castillo y solo había una opción y que era la más viable y la más segura en su opinión. ¡Claro! ¿Cómo no lo pensó antes? Iría a la habitación de su padre, allí era el lugar más seguro porque nadie entraría en el dormitorio de su papá que era el rey. Si la encontraba el monstruo allí de cualquier modo su papi sacaría su espada y lo espantaría porque no había nadie más valiente como él. Lo vio traer al castillo muchas presas traídas de la cacería en las mañanas así que él no le tenía miedo a nada. Estaba decidida, iría a la habitación de su papá, ella no tenía problema al ir allí porque siempre se escondía debajo de la cama para que no la viera el señor Blaisdell cuando jugaban a las escondidas. Su papá siempre la ayudaba a ocultarla y ambos se reían cuando salía Blaisdell para buscarla en otro lado.
Su papá era muy bueno y amable. Siempre la escuchaba cuando le hablaba de lo que estudiaba con su maestra o cuando iba de paseo con su madre y la señora Gabby. También le daba juguetes, joyas y vestidos que luego le mostraba a él dando vueltas a su alrededor para que viera que ella también era elegante. Nunca se negaba a aceptar un abrazo por más ocupado que estuviera o si estaba rodeado de personas importantes y aburridas. Él decía que ella era su petite Princesse cuando la arropaba en la cama y le decía buenas noches. Además siempre aceptaba esconderla del señor Blaisdell cuando la buscaba para que retomará sus estudios o de su propia madre para luego salir del escondite y que este la ayudará a escribir con paciencia o a veces le leía libros de herraduras. Que tú padre haga eso era muy importante. No sabía de muchos papás que acepten esconder a sus hijos de sus cuidadores así que su papá, Luis XVI, era el mejor de todos y por eso era su favorito. A diferencia de su madre. Ella era muy estricta y la regañaba cuando quería jugar más que estudiar. Se enojaba con ella porque ella sí hacía lo que no quería que hiciera. Sabía que su madre jugaba a las cartas con sus amigos, tomaba el té solamente, salía a fiestas en las que no la llevaba, bailaba sin su padre y jugaba a vestirse con los numerosos vestidos que compraba con Gabby. Ella tampoco hacía nada. María Teresa de 5 años pensaba que su madre también jugaba mucho y no estudiaba en absoluto. En su mente eso no era muy justo. Tal vez por eso no le hacía mucho caso y siempre prefería quedarse con su padre y hermano en el castillo.
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☆≡ 𝐏𝐞𝐧𝐬𝐚𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐍𝐨𝐜𝐭𝐮𝐫𝐧𝐨𝐬 ☆≡
Historical Fiction¿𝑵𝒐 𝒑𝒖𝒆𝒅𝒆𝒔 𝒅𝒐𝒓𝒎𝒊𝒓? , 𝑽𝒆𝒏 𝒚 𝒍𝒆𝒆 𝒆𝒔𝒕á𝒔 𝒄𝒐𝒓𝒕𝒊𝒕𝒂𝒔 𝒉𝒊𝒔𝒕𝒐𝒓𝒊𝒂𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒆𝒏𝒈𝒐 𝒑𝒓𝒆𝒑𝒂𝒓𝒂𝒅𝒂𝒔 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒕𝒊. ¡𝑳𝒂 𝒏𝒐𝒄𝒉𝒆 𝒆𝒔 𝒑𝒆𝒓𝒇𝒆𝒄𝒕𝒂 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒊𝒏𝒔𝒑𝒊𝒓𝒂𝒓𝒔𝒆! 💤 𝑬𝒔𝒄𝒓𝒊𝒕𝒐𝒔 𝒊𝒏𝒔...