Parte Uno

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La mirada codiciosa de su jefe no lo dejaba en paz, ya era mucho el hecho de que tuvieran que compartir oficina como para soportar todo el día sus ojos posados en él y su pecho -ahora- desnudo.

Su situación económica no era fácil por eso aceptó el trabajo.

El extremis 3.0, fue lanzado con éxito. Ese día su jefe abrió una botella de champaña.

Cuando Tony le hablo del extremis y de como podía volver perfectos a quien lo comprará, Steve, no podía estar más feliz. Era su solución, dejaría por fin este cuerpo lleno de errores.

Oh, claro. Pero esa felicidad no alcanzó a Tony. Las palabras exactas del señor Stark fueron:  "Extremis no estará disponible para Steve Rogers"

Y eso fue suficiente para que su lindo asistente enfureciera y dejará de hablarle. Apenas le dirigió la palabra hoy y cuando lo hizo, para desgracia del rubio y dicha de Tony, lo mojó.

Con la champaña, por supuesto.

—Debes quitarla. Te producirá un ataque de asma.

El rubiecito tensó su mandíbula y miró al suelo.

—Vamos, Stevie. Tú me has visto desnudo-

—No porque quisiera —. se apresuró en objetar.

—Pero, lo has hecho.

Entonces, el millonario desabotonó la blanca y pulcra camisa.

Steve estaba sonrojado por la pequeña sonrisa perversa que se formaba en sus labios.

—No estés molesto conmigo, Steve. Solo quiero protegerte.

—¿Protegerme? No soy una de tus damiselas, Tony.

—No, eres más importante. Eres perfecto Steve. Tú no necesitas de extremis, extremis necesita de ti.

—Me proteges de tu mejor invento. —dijo en un tono lastimero, el pañuelo que pasaba por su pecho se detuvo. El rostro de Tony, muy cerca de él. Podía sentirlo respirar.

—Y la más letal.

Tony se alejo, lo suficiente para que la armadura plateada no lo lastimara. Lo pensó antes y lo seguía pensado.  Su armadura era parte de él, era tecnología viva.

–U-usted sabe que n-no me agrada. —tartamudeo.

—No te preocupes Stevie. Se ira pronto, solo quiero mostrarte algo.

El pelinegro abrió varias pantallas holográficas, enseñándole las miles miles de vidas que tenía en sus manos. Eran tan satisfactorio. Pronto la armadura se fue y dejo al simple hombre.

—Eso es invasión a la privacidad.

—Ups, ahora lo sabes y no puedo dejarte ir.

Steve tuvo un leve escalofrío. Tony era por mucho el hombre más poderoso del país. Podía desaparecerlo chasqueando los dedos.

—He aprendido que se gana más con buenos tratos que con maltratos.

El rubio retrocedio, su trasero chocó contra la mesa.

Cerró los ojos, esperado lo peor. Lo iban a despedir.

Tony beso su pecho. Uno y otro, por aquí y por allá. Steve gimió al sentir sus labios posarse en unos de sus pezones.

—Creo que... Tendre que llenar tu boquita de gemidos y otras cosas, para que no hables.

Rogers jadeo. Tony, su jefe, Iron Man. Se le estaba insinuado.

—¿Que dices Steve? ¿Te callarias a cambio de placer?

Pasaría una larga tarde.

Only you, Steve.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora