Prólogo

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Los cristales tocados, el amarillo iluminando y sus ojos cansados

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Los cristales tocados, el amarillo iluminando y sus ojos cansados. Aspira antes de desenvainar su espada, extiende su brazo y mira a su oponente, esta es su habitación así que sabe perfectamente quién es el perpetrador, que usando una gran capa blanca cubre su rostro.

—Hace mucho que no te veía...— Dos iris azules brillan entre la sombra, le habla —Usando esos ropajes— El que empuña el arma la envía a capucha dejando que se deslice hacia abajo, ese rostro pálido casi humano no lo era, las orejas puntiagudas, las pupilas verticales y los cuatro cuernos delatan su naturaleza. Son enemigos naturales —¿Sigue siendo necesario?— Niega por fin bajando la espada y guardandola en ese cinturón que él mismo creó —Te extraño—

—Yo también— Admite dejando caer su propia capa hecha de pieles de animal y lanzandola a la cama, un color tierra que usa para camuflarse, o mejor dicho, usaba —Pero...—

—Termina con esta guerra— Sus manos cubiertas por guantes son tomadas por las desnudas del otro hombre. "No tiene garras" Su corazón se ablanda un segundo, su esposo está en su forma más vulnerable —Volvamos a nuestras tierras, cacemos juntos un cerdo salvaje para la cena y dejemos de lado esto— Se deshace de la barrera para sentir el calor corporal de forma directa, el cazador no resiste más y lo envuelve en un abrazo, lo anhela demasiado.

—Pero no puedo, Killua— El nombrado intenta no alterarse, esta es una de esas conversaciones donde el acuerdo de paz puede efectuarse, o al menos así se siente.

—Gon, nuestros hijos no merecen esto, dejalos vivir como se merecen— Acuna su rostro —Lukia apenas tiene cinco, Mimi aprendió a caminar hace poco y Konta no ha cumplido ni el año, no me alejes de ellos— El moreno cierra los ojos con fuerza, sabe que en eso tiene razón pero no puede permitir que se los lleve porque entonces es probable que no pueda alcanzar el objetivo que tiene. Sabe que en cuanto a poder su esposo fácilmente puede simplemente alejarlo de esta tierra y ganar otra.

—Únete a nosotros, acabaremos esto rápido y estaremos juntos—

—Sabes que es un no— El ceño fruncido del moreno —Así como no tenías el derecho de arrebatarle la vida a los míos no tienes la obligación de revivirlos por el sentimiento de culpa humano, y menos de llevarte a los pequeños por lo mismo— Siente la daga en su nuca, es el fin de la paz.

—Puedes verlos esta noche, pero no se moverán de aquí— Un asentimiento, necesita saber que están bien, la vez pasada por su propia naturaleza permaneció al lado de Gon las horas permitidas en vez de ir con ellos. —Ven— Una puerta que conecta a otra habitación, dos cunas, una cama normal.

El albino se va rápidamente a revisarlos, las niñas parecen estables, Lukia tiene el mismo sueño de Gon así no se despierta por nada del mundo, espera que al menos sienta como acaricia su cabeza, y su hermana, que está casi pegada a ella, pese a que ha abierto los ojos no hace más que sonreírle como si nada hubiera pasado. La carga, siente que han crecido mucho desde la última vez que los vio, rabia escala pero lo disimula frotando sus mejillas contra la pequeña, es más fría que la de un bebé de su "especie", no puede hacer nada más cuando un llanto resuena como un gran lamento desgarrador, sabe que está ahí —Konta...— Lo toma con cuidado colocándolo en su hombro y arrullando a ambos.

—Quizás debas abrazarlo en solitario— Toma a la niña que lentamente cierra sus ojos, reconoce las necesidades de los pequeños y que a uno lo ha estado privando más de lo que debería —Fuego, parece que eso es lo que él puede manejar, mi calor humano no es suficiente y por eso está alejado— El otro lo comprende a la perfección cuando nota las manchas negras debajo de la única cuna de piedra —Lukia puede volar, pero no a grandes alturas y transformarse es inimaginable; Mimi puede endurecer la piel, tiene tus garritas, le crecieron el otro día— Muestra la manita donde el negro prevalece, Killua crea un pequeño fuego azul de su mano que por instinto la bebé rechaza alejándose —Y ninguno es un dragón por completo— Se nota rabia en los susurros —Dos con alas inservibles, una que solo tiene la pinta de controlar el cielo, los he mutilado— El llanto del niño comienza a detenerse cuando el padre deja salir una llamarada que lo cubre por completo y se aferra a su mano. Se alegra de que lo sigan reconociendo.

—Son mestizos y así están bien— Se miran a los ojos, no están de acuerdo —Tú eres un humano, frágil en todo sentido y aún así pudiste derrocar dragones ¿cuál es el problema con que ellos sean así? Nunca serán decepcionantes como mestizos—

—¡No sabes lo que es ser débil!— Coloca a la niña en la cuna.

—Te conocí siendo fuerte, no te imagino débil, quizás nunca lo fuiste— El humano aprieta los puños —Deja a ellos...—

—Perdía la mayoría de mis batallas en la juventud, y la impotencia de eso no se me olvida a día de hoy. Quizás por eso cacé dragones, para que todos vieran de lo que era capaz— De nuevo el contacto visual —Eres un dragón, pensé que por eso deberías ser orgulloso y con un gran ego, y más porque es verdad, de todos fuiste el unico que me derrotó, el más fuerte ¿No te humilla que tu descendencia sea tan...?—

—Para— El niño por fin se queda dormido —No digas cosas de las que te arrepientas— Sabe perfectamente qué piensa pero lo negará hasta que salga de su garganta.

—Entonces responde—

—Siempre he sido un dragón desviado de la naturaleza de los de mi especie, nuestro matrimonio es la primera prueba— Le da un beso en la frente a su hijo —Y puede que tengas razón, ninguno de ellos es un dragón completo pero son ellos y son míos y eso está bien para mí, así que deja esta estúpida guerra y volvamos a casa— De nuevo esa espada lo amenaza, le trae recuerdos agridulces.

—Deja al niño, la visita terminó— El albino endurece la mirada pero hace lo que le dicen, pese a tener la fuerza para sacarlos entiende que los collares que ahora portan no son de adorno.

El final del campamento.

—Aún te amo— Y como una persona que muchas veces sus acciones y palabras no tienen sentido más allá que la impulsividad, se lanza para besarlo, porque puede ser que su diferencia de opinión los haya llevado a esto pero no a su separación formal, no, ninguno se quiere separar —Puedes venir a verlos cuando quieras— Y una vez dicho eso la figura humana de casi dos metros cambia por completo a lo que solo se podría describir como "monstruoso" a palabras humanas. La tierra tiembla y la rafaga de aire le hace que se cubra.

Lo único que queda en el suelo es tela de la capa

Lo único que queda en el suelo es tela de la capa

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