Esa noche

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La luna daba vida a la ciudad, y en su plenitud las calles de Vompiaza se regocijaban en fiestas. En uno de los clubes, el Reiner Ristro, bailaban un sin número de jóvenes al ritmo de una sensual bachata. En el centro de la pista una joven de tez acanelada y cabello oscuro hasta los hombros era el centro de atención, con un aireado vestido rojo y sus sensuales pasos había atraído las miradas de la multitud que se aglomeraba a su alrededor, dándole espacio para bailar.

En una de las mesas en el palco VIP, justo encima de la fiesta, un hombre se levantaba a mirar el espectáculo que se llevaba abajo y recostado de lado en la baranda dejo entre ver una sonrisa lobuna al avistar una nueva y escandalosa presa.

Así las piezas empezaban a unirse y con cada paso de la joven en la multitud, el hombre descendía un escalón, lentamente se acercaban cómo hipnotizados sin saberlo. Las miradas se cruzaron y empezaron a acercase lentamente, ella continuando su sensual danza y él embelesado con el vaiven de sus caderas se acercó peligroso.

Con una mirada de interés, ella acepto gustosa la silenciosa invitación a bailar, nadie se había atrevido a invitarla, tal vez intimidados con su imponente aura de poder. Él colocó una mano en su cintura y con la otra sujetó su mano derecha, atrayendola a su cuerpo ambos se rindieron al ritmo de Romeo Santos y Don Omar, las sujerentes notas de Loba, se mezclaron con sus pasos.

Aullando como loba (auhhh), cualquiera se enamora, si pasa una noche contigo y le haces lo que haces conmigo.

El susurro esta parte de la canción en su oído y ella, evitando un jadeo emitió un tenue aullido que no hizo mas que alterar los sentidos de él.

— Soy Weiss, un gusto.

— Soy Luna, un placer.

Mientras movían sus cuerpos al ritmo de tan sensual melodía, más de un sentido despertó en él. Empezando por el peculiar instinto de caza, que crecía en su pecho al notar el exquisito olor que emanaba su cuerpo, no podía decir que era humana. Para él esa mujer era una loba, y estaba decidido a volverla su loba.

Entre vueltas y pasos, sus pechos acelerados y sus frentes sudadas se sonrieron y eso marco el inicio de 'esa noche'.

Bajo mil lunasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora