Capitulo 4

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4- Perdida.

La noche era terriblemente oscura, no se veían nubes ni luna, apenas algunas estrellas centelleantes en el espeso cielo, ha mi alrededor solo oscuridad y frente a mi solo un pequeño caminillo amarillo iluminado por las luces del auto. El interior del auto estaba helado y un leve baho salía de mis labios entreabiertos a causa de la falta de oxígeno por el miedo que sentía.

Mientras mis manos temblaban sobre el volante inicié el camino de regreso al Ristro, tenía que ir por Weiss y asegurarme de que estaba bien.

— Él está bien. Es fuerte.

Intenté tranquilizarme, pero en ese momento algo impacto en el capo del auto y me obligó a maniobrar el volante con brusquedad para no empotrarme contra un árbol. Sentí el efecto latigazo causado por la maniobra repentina y mi cuerpo se disparó al frente estampandome la cara contra en volante. Gemí a causa del dolor y fuerza del impacto, al tocarme la nariz con la punta de los dedos note la humedad y enseguida la punzada de dolor en esa zona.

Cómo pude abrí la puerta del auto y me asusté cuando ví la silueta oscura qué, parada frente a mi, ladeó la cabeza y la luz tenue del auto dejo entre ver una sonrisa perversa.

— Así que aquí estás...

No espere que terminara la frase antes de intentar correr en dirección de los árboles a los lados de la carretera. Cualquier lugar era más seguro que estar cerca de ese ser. O eso me gritó el instinto de supervivencia. Me adentre al comienzo del bosque y mientras corría pude oír claramente un aullido estruendoso que me congelo la sangre.

— Viene por mí.

——— (~‾▿‾)~———


Siento un ardor en la espalda y saboreo el líquido metálico que mana de mis labios. Tengo que correr, debo llegar a Luna, no sé en que momento el traidor de Jeis saco la navaja de plata y me apuñaló el abdomen, caí inconsciente unos minutos, creo, y cuando desperté él ya no estaba.

Correr en dos piernas me retrasa, cómo puedo, ignorando el ardor en la espalda y la herida en la parte baja del abdomen que no deja de sangrar, me acuclillo en el suelo y apoyo los puños cerrados en el frío asfalto.

— Haré lo necesario para protegerte,pequeña.

Tomo impulso y a medida que avanzó en cuatro patas mi cuerpo empieza a transformarse, el pelaje negro azabache aparece y mis patas al chocar contra el suelo crean un eco en la silenciosa noche. Con los ojos rojos de la ira encuentro el hilo etéreo que me da lo que busco. «el camino a Luna », pero desgraciadamente también capto dos olores más que me aceleran el paso y el pecho. Sangre y Jeis.

A medida que avanzo, logro captar una luz amarilla que parpadea, al acercarme me encuentro con mí precioso auto casi a la orilla de la carretera. Me tranquiliza el hecho de que se allá detenido a centímetros de un árbol de tronco grueso, al rodearlo noto la puerta abierta y, lo que por supuesto ya sabía, Luna no estaba adentro pero sí una mancha de sangre en el volante.

El bosque es espeso y oscuro a estas horas. Luna, debe haber huido por ahí para evitar a Jeis. Me adentro en el bosque, a medida que avanzó más fuerte capto el olor de Luna, y al mismo tiempo se el Jeis. Corro un poco más y hallo algo que me corta el aliento, los tacones de Luna. Están cerca. Y con lo siguiente que oigo, me apresuró a hallarla.

— Aquí estoy maldito, ven por mí. Cobarde.

— Voy, Luna. Por favor resiste.

Bajo mil lunasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora