La vida después de la muerte y la traición

Capítulo 3

Últimos retoques

Habían pasado cinco días desde que comenzó, pero mientras miraba a su alrededor, sonrió con suprema satisfacción. Finalmente terminó, todo estaba en orden y tenía a Teddy en sus brazos mientras observaba a los hombres pegar su letrero en el frente de su tienda. El letrero en sí era azul y verde, los colores exactos de su tienda. No solo que había dos ciervas, sus narices tocando cada extremo del nombre de su tienda. Había pensado mucho en un nombre adecuado y había descartado muchos nombres obvios y tontos que quería usar. Como la guarida de los Merodeadores, la panadería Potter o la panadería Forks, pero en su lugar se había decidido por un solo nombre. Harry puso a Teddy en sus pies visto mientras luchaba por bajar.

Ánimo

Era latín, para muchas cosas, el coraje, el aliento, la vida del alma, el sentimiento, el orgullo, la pasión, la vehemencia, la sensibilidad, la intención, el espíritu, el coraje, la voluntad y el intelecto. Puede que no tenga nada que ver con hornear, pero significó algo para él. Eso era todo lo que le importaba a Harry al final del día. Era una forma de honrar a su madre, su padre, Severus y todos los que habían muerto por el fin de una guerra. Sin embargo, nadie había sacrificado más de lo que tenía que hacer, aparte de Severus tal vez. Se estremeció al pensar en cómo lo había hecho, se las arregló para continuar durante lo peor de la guerra. Fingiendo ser alguien que no era, cuando realmente lo había pensado, su respeto por su severo maestro había aumentado dramáticamente. La cierva a cada lado, por supuesto, también representaba a su madre y al maestro de pociones. Él' Había pensado en usar un ciervo, pero en su lugar había elegido la cierva para Severus. Sin él, sabía que no habría podido derrotar a Voldemort.

Teddy se estaba aburriendo rápidamente de estar parado allí, "¿Puedo traer una galleta, Harry, por favor?" preguntó el niño de cinco años, sus ojos ambarinos suplicando a Harry con su linda carita.

"No tengo ninguno hecho, Teddy", dijo Harry mirando a la cara de su ahijado y desmoronándose, "¿Por qué no vamos y hacemos algunos, te gustaría eso?" A Teddy le encantaba ayudarlo, especialmente cuando se trataba de comérselos. Teddy nunca engordaría, por mucho que comiera. Probablemente tuvo algo que ver con el gen que transmitió, podría no ser un hombre lobo, pero tenía algunos de sus efectos. Remus y el lobo que negó eran el padre de Teddy después de todo.

"¡SÍ!" vitoreó Teddy sonriendo ampliamente, le encantaba ayudar a Harry a hornear era divertido y desordenado.

"Vámonos entonces", se rió Harry, sus ojos verdes brillando intensamente; amaba a su ahijado más que a nadie en el mundo.

Harry dejó a los chicos para terminar y entró en su cocina ahora terminada. Aspiró el aroma de la novedad y una gran sonrisa estiró sus labios. Le encantaba trabajar con la comida, hornear era relajante y cocinar era emocionante. Probablemente era lo único que no le había importado hacer en casa de los Dursley. Una vez que le cogió el truco, por supuesto, ya no sería golpeado en la cabeza con cualquier utensilio de cocina que Petunia pudiera tener en sus manos. Agarrando un delantal que colgaba junto a la puerta, se lo puso, antes de conjurar uno pequeño para su ahijado.

"Levántate," dijo Harry levantando a su ahijado en una silla, de esa manera podía ver por encima del mostrador y realmente ayudar. Teddy le sonrió y se quedó quieto mientras Harry le ponía el delantal. No es que importara mucho, después de todo, cualquier desastre podría ser desterrado mágicamente.

Harry agarró una bandeja de horno de tamaño completo y comenzó a reunir los ingredientes para las galletas de chocolate. Quería enviar a los niños a casa con un regalo, después de todo, era su último día. Jacob, Quil, Embry y Seth habían trabajado muy duro y le gustaban. Estaba pensando en preguntarles si querían trabajar en la panadería como ayudantes de autobús después de la escuela.