Capítulo 1.

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Hace nueve meses

Sé que todo el mundo dice que odia escuchar a escondidas, mientras en realidad están escuchando a escondidas, lo que como que niega la parte anterior de la oración, pero realmente odio escuchar a escondidas. He descubierto que nunca escuchas nada bueno.

Siempre son las cosas que te hacen dar un paso atrás, o en mi caso, cinco.

—No es un compromiso real —dijo Valentina, y juro que la vi poner los ojos en blanco en esa frase—. Lo hice para vengarme de Isabella por comprometerse con ese imbécil. Sip, y la abuela obviamente sabes que está encantada, pero, aun así. Sí, ya lo sé. No es algo serio...

Cerré la puerta en silencio y la miré con los ojos abiertos. Los golpes en mis oídos ahogaron el resto de la conversación. Estaba hablando con su hermano, eso ya lo sabía. Tampoco era estúpida.

Acepté el compromiso falso.

Valentina nunca había mentido ni fingido nada cuando estábamos solas, pero esa era la cosa, últimamente, las cosas habían cambiado. Se lo atribuí a nosotras teniendo sexo la semana pasada. Fue una tontería, un descuido, y no deberíamos haberlo hecho.

Definitivamente no deberíamos haber repetido el error seis veces desde entonces. Ahora las cosas estaban raras entre nosotras. No podría decirte el momento exacto en que lo noté, pero lo hice. Fue la forma en que me miró, la forma que analizaba el sonido de su voz. No estaba mintiendo cuando dijo que esto entre nosotras no era importante.

La conocía lo suficiente como para saberlo.

Miré hacia abajo a la carta que ahora estaba arrugando, la que contenía palabras que me hacían estallar de felicidad. La carta que decía que había sido aceptada en el programa de residencia en Harvard. La que me daba una salida de toda esta farsa.

Volví al apartamento que ahora compartíamos para mostrarle la carta a Valentina, esperando emoción y celebración. En vez de eso, me encontré con una conversación que desearía no haber escuchado nunca. Con los hombros caídos, volví al ascensor, bajé al vestíbulo y salí del edificio.

Era mi persona, a la que acudía con cosas como esta. Hemos sido las mejores amigas desde que tengo memoria, y seguro que las líneas entre amistad y relación se desdibujaron a veces, pero al final del día, teníamos un voto silencioso de no hacernos daño la una a la otra.

Bueno, eso se fue por la ventana hoy.

Traté de regañarme. Traté de decirme que estaba siendo estúpida por dejar que esto me afectara porque técnicamente estaba siendo estúpida, pero fue escuchar esas palabras lo que me hizo darme cuenta de algo más, algo mucho más aterrador de lo que había estado dispuesta a admitir ante mí misma: Me estaba enamorado de ella.

Amor de verdad.

No la mierda falsa que hemos estado haciendo la mayor parte de nuestras vidas.

* * *
Tomé el metro hasta el apartamento de mi mejor amiga, Claudia. Había explicado mi dilema en el camino, a través de las frecuencias estáticas en el metro y el ajetreo de los empleados de las seis de la tarde que salían del trabajo, y para cuando estaba pasando por encima de los hombres y mujeres de Wall Street, me desmoroné.

Afortunadamente, estaba a una cuadra de su casa para entonces. Abrió la puerta y observó mi cuerpo con simpáticos ojos verdes antes de abrazarme con fuerza.

—Felicidades por la carta de aceptación —dijo contra mi cabello —Siento mucho lo de Valentina.

—Gracias. —Me retiré, limpiándome los ojos—. No sé por qué estoy tan emocional por ello.

Falso Amor |JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora