4. Casualidad

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— Ah chinga, ¿se fundieron los fusibles? — preguntó Marco. Todos comenzamos a ver los alrededores notando la falta de luz, aún era tarde y estaba iluminado, pero eso no quitaba el fallo repentino y extraño de la luz.

— Iremos a ver el switch de la luz — Rayan avisó, dicho esto, Marco y Alexis fueron junto a él.

Me acerqué a la pared donde había un interruptor cerca y subí y bajé la pastilla obteniendo absolutamente nada como respuesta.

— De seguro es un fallo temporal, en esta casa lleva años sin encenderse algún foco — Keisly explicó, comenzaba a sospechar del porque tenía una explicación para todo en la casa si ni siquiera la conocía, o bueno, eso creía.

La forma en la que sostiene la Tablet pegándola a su pecho como si la estuviera abrazando también me hace dudar, es la primera vez que veo a Keisly tan necia, me refiero, no entiendo la necesidad de ella al hacernos jugar y a cumplir con los juegos.

Puede ser que sea solo porque quiere que nos la pasemos bien, pero no lo sé, hay algo que no me deja tranquilo. Y no es solo la casa, ahora viene de la chica que más quiero, mi novia.

Mientras las chicas platican del porque de esto me atrevo a mirar a Key con más detenimiento, recargo mi espalda en la pared y entrelazo mis brazos. Había pasado desapercibido aquel tic en su ojo, ella antes no hacía eso, se veía ansiosa, lo noté por la forma frecuente en la que movía sus dedos.

Y entonces, las luces volvieron haciendo que la casa volviera a estar iluminada.

Los chicos llegaron con nosotros nuevamente a los minutos, Rayan fue el que habló — Llámenme loco, pero las barras estaban abajo, quien sabe que las bajó.

¿O quién? No lo dije, solo lo pensé.

— ¿No están flojas o algo así para que se hayan bajado? — le preguntó Luisa a mi amigo.

— Nop – respondió restándole importancia como si verdaderamente este no fuera un tema del cual preocuparse — Quien sabe, esta casa es muy rara.

— No es rara — Keisly respondió al instante — Algunas cosas aquí están viejas, es todo.

— Ta bien, wey, no te enojes — Rayan comenzó a reír, pero Keisly no lo hizo. Solo dio la vuelta y levantó las máscaras que algunos habíamos tirado.

— Bueno, entonces, ¿seguimos? Según, el juego trata de que debemos ponernos estas máscaras para las actividades siguientes y la que sigue se llama 7 minutos en el paraíso.








































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— Sinceramente, este juego ya no me está gustando — suelto. Llevábamos aproximadamente una hora jugando juegos sexuales, pero siendo honesto me sentía aburrido, Rayan estaba a mi lado, ya que a él también le desagradaba un poco la idea de "divertirse" de esta manera.

— ¿Qué trae tu vieja hoy, wey? Anda muy intensa.

— No sé — rasqué mi cabeza — Yo también la siento muy intensa, de hecho, cuando nos tocó a nosotros entrar al ropero ese no hicimos la gran cosa, le dije que me quería ir y me sobornó con una mamada de ensueño. No me quedó de otra más que cumplirle el antojo.

— No puedo creer que seas tan mandil, wey — sonreí — Y aunque ya sé que tiene sus recompensas, ¿estás cómodo con ella? Ya tiene mucho de que no platicamos, con eso de que te la vives con ella. ¿No has tenido más dudas sobre ti mismo?

El Juego de la Muerte [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora