Pero Murok no iba a dejar que sus planes resultarán infructiferos, de modo que convenció a Khulata de reinar también sobre los anfibios y reptiles puesto que aquellos animales eran tan misteriosos como la negrua y la quimera. Luego el dios fue a buscar a Bahuc El Escultor y le preguntó:
—¿No te da miedo desaparecer en un abrir y cerrar de ojos?
—Puede que lo haga alguna vez… —respondió Bahuc.
—Eres parte de la imaginación de Roi, si dejara de pensar en ti o en cualquier otro, todos ustedes se convertirían en polvo arrastrado por el viento.
—Lo sé.
Murok se dió cuenta que Bahuc sabía algo que él todavía no, recordó cuando esculpió los colosos en los desfiladeros de Crovia, había hecho reyes de piedra de animales que aún no existían ¿Como era esto posible? Se lo preguntó, pero el escultor luego de guardar silencio, simplemente dijo:
—El futuro ya sucedió en mi cabeza, el pasado es un misterio.
Murok confundido no dijo nada más.
—Encuentra las cavernas de Erindor, donde corre la piedra fundida como rios y avísame haciendo chocar estas dos piedras —le entregó dos rocas vitreas y negras como si dentro ocultaran la oscuridad de la noche— es la obsidiana que sobrevivió al último Buclo, pertenece a un mundo que ni Roi puede imaginar.
—¿Y porque tendría que hacerlo? —preguntó el dios.
—Hazlo, y serás el único señor, grande y poderoso.
Murok sin entender nada, obedeció, se dirigió al norte de Firlea, más allá de Crovia (como le indicó Bahuc), a una región sin luz ni oscuridad, pues la Antorcha Suprema no alcanzaba a iluminar aquellos recónditos lugares, ni las tinieblas de Orku llegaban tan lejos. Allí el mundo era gris y estéril, tal como Demirg lo creó al amanecer de la rueda. Luego de caminar por mucho tiempo, encontró un cráter del que salía humo rojo, Murok descendió hasta llegar a unas cavernas laberinticas donde corría la roca fundida como agua, supuso que estaba en Erindor y chocó las piedras. No sucedió nada la primera vez, de modo que lo intentó de nuevo. Al golpear, la roca se quebró y de su interior escapó una bruma más oscura que la noche que se mezcló con la roca fundida, tomó forma y aparecieron tres criaturas, estaban sentados en sillas especiales con ruedas pues sus piernas atrofiadas y delgadas como ramitas, claramente les impedía caminar; cabezas grandes y ojos pequeños como frilojes.
Enseguida se pusieron a martillar, accionar el fuelle y fundir los metales de la caverna, la rapidez con la que se movían gracias a la ruedas de sus sillas dejó impresionado a Murok. Sus nombres eran: Zorim, Mibas y Ersan. El Gremio de los Herreros Místicos acababa de entrar en el juego de los dioses, e iban a inclinar la balanza hacía cualquiera que estuviera dispuesto a pagar por sus artefactos.
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Crónicas de Lea: Orígenes
FantasiaCrónicas de Lea narran los acontecimientos que poco a poco dieron forma al mundo tal y como se conoce actualmente, desde la creación según las mitologías más famosas, pasando por la historia antigua y moderna. Dioses y reyes, poderosos y débiles, to...