[Capítulo 1] Ignoto

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Jeon Sonmi hubiese deseado casarse con un buen hombre; rico, de gran porte y que fuera conocido por muchos, una figura envidiable ante todos.

Hubiera tenido un matrimonio feliz, viviendo en una gran mansión con sirvientes que le acataran cada una de sus órdenes, con pequeños niños corriendo en el patio y eternas veladas románticas junto a su amado. 

De esa forma hubiese sido feliz. 

E incluso hubiese preferido vivir en la pobreza, en las heces de los caballos, en el frío de los establos. Casarse con un hombre humilde, apenas logrando mantener sus estómagos llenos. 

A decir verdad, sus sueños variaban. 

Si bien quería estar con un hombre adinerado la idea de estar con uno pobre no le molestaba en lo absoluto.

Lo único que deseaba era estar al lado de un hombre que la amase, incluso si no había pan para poner sobre la mesa. 

Hasta hubiese preferido no concebir hijos o vivir en la soltería. 

Hubiese preferido todo aquello antes que lo que estaba viviendo. 

El dolor en su hinchado vientre era insoportable, los espamos le recorrían el cuerpo y las lágrimas salían a torrentes.  

En esos momentos quería morir, incluso si su alma estuviese condenada quería morir. La mente se le nublaba tal como la inmensa oscuridad de la habitación.

Las velas a sus lados no ayudaban, su cuerpo sudaba y sus cabellos negros se pegaban a su frente y espalda. Gritando de dolor y sujetándose de las sabanas bajo ella. 

Deseaba morir, con toda su alma, desde el interior de sus entrañas. 

Nunca se imaginó que ella estaría en esa situación; con las piernas abiertas de par en par, sangre saliendo de su interior y monjas alrededor. 

Sus ojos se giraban hacia arriba, sentía que se le iba la vida, que sus huesos se contraían y que se rompería. Estaba cansada, agotada físicamente y emocionalmente.

Ni siquiera estaba pensando con claridad, apenas y podía distinguir los rostros de las monjas que le habían cuidado durante su embarazo. 

Sintió como le sujetaron los brazos, poniéndole un paño de tela en la boca para que no se mordiera la lengua. 

— Sigue pujando muchacha. No sucumbas a la muerte que aún no te espera —
Las voces se oían lejanas, distorsionadas entre la habitación. 

Todo cesó cuando pujó una vez más y de su lecho salió el llanto de un bebé. 

El dolor se detuvo y pudo estar en calma, las lágrimas seguían saliendo se sus cuencas y el dolor en sus piernas y su interior era horroroso. 

Alcanzó a sostenerse su cabeza con las palmas, lamentándose de su miserable vida.
En la habitación las monjas parecían celebrar y alabar al niño. 

— ¡Finalmente ha nacido! — gritaban. 
La hermana superior, Moonbyul, se acercó hasta ella con niño en brazos, extendiéndoselo.

— ¿Quiere verlo? Es hermoso, y posiblemente sea la única vez que le vea. —

Sonmi apenas y pudo asentir, tomando entre sus cansados brazos al pequeño bulto que se enrollaba en una cobija roja. 

Claro que era hermoso; tenía una delgada capa de cabello negro, piel tan blanca, tersa y suave al tacto. Unos labios delgados y rositas que se entreabrían, los ojos negros e inocentes. 

Su bebé era hermoso.

Y tendría que dejarle porque ni siquiera podía llamarle suyo. 

—¿Cómo le pondrá? Debería de elegir un buen nombre, que se lleve de la mano son su magnificencia. —

Born For Evil [Kookjin]✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora