Capítulo 3

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Las cosas para Yeosang parecían ir de maravilla, había logrado ponerse al corriente con su trabajo dentro de la editorial y San había dejado de presionarlos tanto a él como a Wooyoung. Eso sin contar con que había creado una especie de amistad con su amigable vecino pues el chico verdaderamente era un encanto y Yeosang no era el ser humano más sociable del mundo, así que necesitaba alguna otra persona para ahogar sus penas que no fuera su pelimorado amigo.

Era viernes y el fin de semana estaba por comenzar, así que el rubio había planeado volver a casa en cuanto terminara de organizar algunos cuantos libros que estaba revisando.

–¿Seguro que no quieres ir conmigo a la fiesta, Sanggie? No te haría mal distraerte un poco y tal vez una buena revolcada.– sugirió su amigo mientras terminaba de guardar sus cosas en su mochila y se colocaba de pie.

–Estoy seguro Woo, no voy a tener sexo con cualquier extraño que encuentre en una de esas fiestas.– murmuró frunciendo un poco el ceño y acomodando los anteojos que llevaba, no, esas palabras no eran porque Yeosang fuese un santo, el había tenido algunos encuentros casuales por sexo, pero se negaba a ir a una de las fiestas raras de su mejor amigo, eso no.

–Bien, tú te lo pierdes. Nos vemos el lunes.– Se despidió y revolvió ligeramente el cabello del  más joven antes de salir casi corriendo del lugar.

Yeosang suspiró mientras recargaba su espalda en la silla, dió un vistazo alrededor y se pudo dar cuenta de algo.

Ya no había nadie.

San había salido temprano y no volvió a aparecer, probablemente él sería uno de los pocos empleados que estaría aquí sentado en una silla la noche de un viernes.

Patético.

Decidido a ignorar sus pensamientos que comenzaban a sugerir que ir a la fiesta con Wooyoung no era tan mala idea y decidió enfocarse en lo libros que tenía en el ordenador.

[...]

No sabía cuánto tiempo había pasado lo que sí sabía es que sus ojos le ardían horrible, apagó la computadora frente a él y removió sus anteojos para poder frotar sus ojos.

–Bien, fue suficiente.

Habló consigo mismo en voz baja, no quería ser tachado de loco si había alguien más merodeando por ahí. Guardó sus cosas en el bolso que llevaba y lo colgó en uno de sus hombros, emprendió camino de manera perezosa hacía el elevador.

Tal vez hacer algo en su casa podría ayudar, un maratón de series, algo de pollo frito, soda y helado, era una combinación bastante tentadora.

Presionó el botón para esperar el elevador mientras golpeaba suavemente el suelo con la punta de su zapato. El elevador llegó y para su buena suerte como era de esperarse venía vacío, se adentró en este mismo y presionó nuevamente el botón para poder llegar al estacionamiento de la editorial.

Un piso más abajo el elevador se detuvo, quiso maldecir al pensar que sólo él podía quedarse atrapado en un elevador el maldito viernes, sin embargo las puertas se abrieron y Yeosang deseo que se volvieran a cerrar.

–Hola Yeosang, que agradable sorpresa verte tan tarde en viernes.– comentó Jongho tranquilamente mientras ingresaba al elevador y presionaba el botón para que las puertas se cerrarán.

El corazón del rubio golpeaba fuertemente contra su pecho y no sabía si debía agradecer a alguna divinidad o no, estar encerrado en un espacio tan reducido con el mismo Choi Jongho no era parte de sus planes.

–Claro, lo mismo digo.– se golpeó mentalmente porque su voz sonara tan débil sin embargo no había tiempo de eso. Observó de reojo al hombre el cual mantenía una postura totalmente relajada, sus manos estaban dentro de los bolsillos de su pantalón, dándole un aspecto bastante sexy si le preguntaban.

Mi Misterioso Amor (JongSang)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora