〔:☀️:〕「 12 」 ༄˚⁎⁺˳✧༚

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Diluc estaba en la cafetería, tranquilo, trabajando en su portátil. Apenas había gente allí y el sonido de las teclas al ser pulsadas se oía como el galope de un caballo.

Interrumpiendo la paz del pelirrojo, Kaeya entró a la cafetería. Diluc suspiró y trató de pasar desapercibido desde detrás de la pantalla, como si pudiera esconderse de la aguda vista del capitán.

—¡Diluc! —exclamó cuando lo vio—. Te he buscado por todas partes.

Se acercó a él casi dando zancadas y se acomodó a su lado. De entre los labios de Diluc se volvió a escapar un suspiro. Finalmente cerró el portátil lentamente sin poder evitar poner los ojos en blanco y entonces miró a Kaeya.

—¿Qué es lo que quieres? —escupió.

—¿Qué va a ser? —replicó el otro—. ¿Has llegado a hablar con Albedo?

—Me lo pediste esta misma mañana —apuntó Diluc.

—¿Y?

Diluc lo miró en silencio, con la expresión seria, pero de forma inédita e inesperada para Kaeya, soltó un bufido que pretendía ser una risa.

—Te conozco bien —sonrió entonces el capitán—. Lo has hecho, ¿no? ¿Qué te ha dicho, qué?

—Dijo que no quería hablar contigo —anunció, sin especial delicadeza.

Kaeya estaba acostumbrado al poco tacto de Diluc, pero aun así se le heló la sangre. Lo entristeció que Albedo dijera aquello, que no quisiera ni verlo, pero trató de entenderlo aunque le costara.

—¿Solo eso? -inquirió.

—No quería hablar del tema —murmuró Diluc, comprobando la hora en su móvil.

—¿Pero sonaba como si quisiera hacerlo, como si estuviera dispuesto a escucharme, a hablar conmigo y explicarme lo que hizo y por qué?

—No lo sé —respondió Diluc, encogiéndose de hombros—. Es un chico bastante... inexpresivo. Y raro. No sé qué le ves.

Kaeya obvió el comentario y seguidamente, con un tono débil que denotaba dolor y confusión de forma casi imperceptible, dijo:

—No creerás que Albedo sea de ese tipo de gente... ¿verdad? —Miró a Diluc, como si buscara consuelo en su respuesta.

—¿A qué te refieres exactamente? —inquirió el pelirrojo, sin entender bien lo que Kaeya quería decir.

—En pocas palabras, un despechado. Que se acostó conmigo por despecho y nada más, como que no quiere nada serio conmigo, ¿sabes? —Suspiró de manera entrecortada—. Espero que no, por Los Siete... A mí me gusta de verdad...

Diluc soltó otro bufido que sonó como una risa.

—Adivina quién me ha dicho que piensa que tú eres un despechado.

El capitán lo miró, con el corazón acelerándose por un momento. Diluc no tuvo que decir nada, pues Kaeya pudo leer el nombre de Albedo en su mirada carmesí.

—¿En serio? —se sorprendió—. ¿Por qué?

—Pregúntale.

—¡Has dicho que no quiere hablar conmigo! —gritó Kaeya.

Diluc le ordenó que bajara la voz y que se calmara. Luego habló:

—¿Sabes la chica esa que siempre está con Albedo? Sastrosa, Sarocosa o yo qué sé.

—Sacarosa —corrigió Kaeya. Recordaba que Albedo había llegado a mencionarla en algún momento en la fiesta.

—Bueno, eso —murmuró Diluc—. Tiene un plan para que vosotros dos hagáis las paces, y seáis felices, y os agarréis de la mano durante el atardecer mientras os decís lo mucho que os queréis con palabras babosas —dijo, con tanta sorna que Kaeya le dio un codazo.

—Déjate de tonterías y cuéntame —pidió el capitán.

* * *

Habían pasado varios días desde la fiesta, desde lo ocurrido entre Albedo y Kaeya. Todo parecía haberse suavizado un poco entre ellos dos. Eso significaba que el rubio había estado evitando al capitán desde entonces y que ahora pasaba mucho más tiempo en su habitación estudiando o en el laboratorio haciendo prácticas.

Kaeya, por su parte, había decidido seguir el plan de Sacarosa y no intentar acercarse a Albedo, por mucho que le costara. Le dolía cada vez que pasaba junto a él sin mirarlo o cuando coincidían en la cafetería sin siquiera saludarse.

Confiaba en que la idea de Sacarosa serviría para arreglar las cosas por fin y para que pudieran darse las explicaciones que necesitaban. Y, con suerte, empezar una relación, pensó el capitán. Aquella idea hacía que Kaeya fuera muy optimista con respecto a la situación y que estuviera convencido de que se solucionaría.

Esa era su actitud, porque la de Albedo era muy distinta. Él no tenía ni idea del plan que había ideado Sacarosa, así que pensaba que sus sentimientos por Kaeya no eran más que un error.

Se sentía culpable por seguir queriéndolo y deseaba por todos los medios perdonarlo. Quería plantarse delante de él, decirle que no le importaba lo que le había hecho y que quería estar con él toda su vida. Por supuesto, eso no era más que una utopía. ¿Cómo iba a perdonar que le hiciera sentirse usado?

En el fondo, le daba igual. No tenía sentido que le diera igual, pero tampoco le importaba. Sus sentimientos eran así de complicados. Solo quería estar con Kaeya.

Estaba tumbado en su cama, sin hacer nada. Las clases habían sido agotadoras, más de lo normal. Tenía montañas de deberes que hacer y esquemas que estudiar, pero ni el cuerpo ni la mente le daban para ello.

En su cabeza solo estaba Kaeya.

Se tapó los ojos con el antebrazo y suspiró de manera entrecortada. No entendió por qué le picaron los ojos al pensar por enésima vez en el capitán. El pecho le subió y bajó con cada respiración después de dejar que las lágrimas brotaran y se mordió el labio tembloroso.

Se giró para tumbarse sobre el costado y abrazó la almohada como si así pudiera consolarse. Le daba la sensación de que todo estaba mal con él y sus sentimientos, que no merecía la pena estar así de deprimido.

No entendía nada ni se entendía a él mismo, en absoluto. Deseó poder volver atrás en el tiempo hasta justo antes de que Kaeya empezara a gustarle. Justo en ese instante, para así poder cambiar lo que sentía y ahorrarse toda la pena que tenía ahora encima.

Sacándolo de su burbuja de tristeza, lamento y confusión, su móvil vibró sobre su mesita de noche y se estiró lo mínimo para ver a qué se debía. Era un mensaje de Sacarosa:

¡Hola! Iré a tu habitación a las cuatro, ¿vale? Estoy teniendo problemas con el proyecto de Física :(

Se sorbió la nariz y extendió el brazo para agarrar el móvil y responder. Tal vez ver a Sacarosa lo animaría y quizá la chica conseguiría hacer que se sintiera mejor, que se olvidara de Kaeya por un momento. Eso era lo que necesitaba: distraerse un poco.

Se limpió las lágrimas con el puño de la sudadera antes de levantarse de la cama y dirigirse al baño para lavarse la cara, para intentar aparentar que no había llorado antes de que Sacarosa llegara.

Sunshine [Kaebedo] (High School AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora