Astrid no estaba molesta.
Para nada, solo estaba furiosa.
Sentada en aquella roca en el bosque afilando su hacha —puliéndola o destrozándola, lo que pase primero—
Y es que ella no soportaba que alguien se metiera con su hermoso y tierno (y más hermoso y tierno) castaño.
Ese enclenque era suyo y solo suyo.
Y ella nunca, ¡jamás! Comparte lo que es suyo.
Quizás debería ponerle un cartel que dijera "Propiedad privada de Astrid Hofferson"
Ladeó la cabeza ante esa solución y la valoró.
Nadie nunca se metía con sus cosas, quizás porque los que se habían atrevido no habían vivido para contarlo.
Sin embargo eso destruiría el poco orgullo que portaba su vikingo.
Porque era suyo, y solo suyo.
Su cabeza celosa asintió de acuerdo a su cerebro todo posesivo.
Todos sabían de ese raro noviazgo.
Pues Hiccup parecía más su palillo de dientes.
Porque los vikingos no usaban hilo dental, duh.
Y es que el pobre chico seguía siendo muy tímido, torpe y callado.
Y ella seguía siendo fría, solo que ahora su cara era más aterradora que antes y el pobre heredero había pasado a ser de su territorio.
Quizás por eso la última recatada que se le acerco recibió una visita muy amigable de alguien que daría más miedo que la mismísima Hela.
Rió de manera Dagur-maniática al recordar algo que incluía ratas, gemelos, hachas y sangre.
Nadie había mirado más de cinco segundos a su novio sin que ella lo permitiera.
Y claro que no lo haría.
N-U-N-C-A
Y luego de pensar en como destruyó el sueño de varias suripantas recordó a su próxima víctima.
La famosa señorita-naufrago-robodragones-padres-Secuestrados-robaNovios.
Más conocida como Heather.
La cuál había venido de visita.
Y estaba demasiado cerca de su Hiccup para su gusto.
Así que se había ido al bosque a arruñar árboles y gruñir como dragón en sus días.
¿Por qué las dragonas tienen sus propios días verdad?
Si viviera en el siglo XXI todo sería más fácil, la hubiera secuestrado y encerrado en su futura sala de tortura.
La cuál habría cuidado como su bebé.
¡Pero no! Ni siquiera existía el Mesias aún y eso la desesperaba.
Todo era más difícil así.
Cuando se dio cuenta de que estaba pensando en metales que hablan—telefonos para muchos— y armas que inhalan fuego y escupen metal descubrió que escuchaba mucho a los gemelos.
Se levantó malhumorada y con su hacha más que afilada, gruñendo y con cara de querer asesinar a todo ser vivo que se encontrara.
Y como si fuera poco, la misma Stormfly le había traicionado llendose a pescar al río feliz de la vida.
Por el camino golpeó a Patán—quién solo quería preguntarle qué había de almuerzo en el gran salón— y se sintió de lo mejor verlo casi morir.
Claro, hasta que vió que su inocente "babe" estaba con esa bruja de cabello negro.
Quizás si lanzaba su arma desde donde se encontraba parada—al lado de un moribundo Jorguenson— esta daría en la cabeza de la forastera y la mataría.
Con paso amenazante se acercó dispuesta a matarla cuando...
—¡Hey Astrid!
Maldito Hiccup Haddok, la había visto venir.
No pudo evitar suavizar su expresión, como la del ser más dulce del universo.
Esa era la parte de la historia donde Astrid le besaría los pies si él se lo pidiese.
Porque ella era capaz de todo por él, incluso usar un vestido y portarse como una se....se —vamos no es tan difícil —señorita—demonios, casi vomita al decir eso.
Se colocó al lado de su novio y vió a Heather como si le mandara la señal para correr.
¡Corre o muere maldita!
Quien captó perfectamente el mensaje y sonrió nerviosa.
—Le decía a Heather que podría conseguir un dragón y que podríamos ayudarla en la academia.
Su sonrisa forzada y despiadada fue suficiente para terminar de espantar a la pelinegra.
Pero para el Haddok, su novia solo sonría con amabilidad.
Astrid definivamente tenía dos caras.
Y antes de que siquiera continuara su conversación lo tomó por la túnica para acercarlo a ella y besarlo.
Abrazarlo con la suficiente fuerza—quita oxígeno —para que notara que eso era suyo.
La ojiverde incómoda se retiró rápidamente y Astrid soltó a su azul novio.
—Y eso...por qué fue...
Mientras tomaba grande bocanadas de aire, ella miraba amenazadora a su supuesta rival, la cuál ya se había perdido.
Murmurrando improperios la muchacha volvió a mirarlo a él.
A quién acarició sus mofletes con ternura, y suspiró ensoñada.
Tan hermoso y tierno otra vez.
—¿Estabas celosa?
Preguntó un poco sonrojado, el se había acostumbrado a que Astrid ladraba a todos y lo mimaba a él.
Se sentía honrado por ser el único que sacaba su lado dulce diabetes que ella escondía bajo las mil y un llaves de su corazón.
—Yo solo defiendo lo que es mío-
Había susurrado mirando con ojos fieros a todos los que querían acercarse—sean hombres o mujeres, dragones o serpientes.
¡He's Mine!
°∆°
Regalito precioso para mis seguidores! Como disculpa por llevar mil años en hiatus :(
¿Les gustarían más shots de Astrid celosa?
¿Quiéren continuación de Posesiva?¡Diganme en los comentarios!
Ahora después de ver Fairy Tail Astrid se me hace una versión vikinga de Juvia XD..
Y ya que andamos, luego de 41 horas sin electricidad, ya me creo cavernícola
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Possessive
FanfictionAstrid solo cuida lo que es totalmente suyo. ⚠100℅ mía sin copia ni adaptaciones⚠