Capítulo Introductorio

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La edulcorada voz del doctor Kim Seokjin resonaba a través de los pasillos verde menta del hospital, mientras este tarareaba una canción, cuya letra, a decir verdad, no recordaba del todo

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La edulcorada voz del doctor Kim Seokjin resonaba a través de los pasillos verde menta del hospital, mientras este tarareaba una canción, cuya letra, a decir verdad, no recordaba del todo.

Tampoco se acordaba del título, y mucho menos del intérprete, pero sin duda alguna sabía que la melodía era increíble, o, al menos, pegadiza.

Manteniendo su rítmico "la la la" y dando saltitos cual niño pequeño, el atractivo hombre llegó hasta la cafetería del establecimiento con el objetivo de tomar un energizante desayuno que le bastara para recargar fuerzas y luchar contra todos los pormenores de la jornada laboral.

- ¡Gudmornin, Jangbok! - Saludó efusivamente al chico de la cafetería con una sonrisa amplia y brillante. Lástima que su interlocutor no pudiera corresponderle de igual manera, y por el contrario, rodara los ojos.

- Es Jungkook - Corrigió el joven en modo automático, como cada uno de los días desde que trabajaba en el establecimiento, denotando ese característico deje de resignación que inundaba su voz siempre que hablaba con el médico.

Todos, o al menos la mayor parte de los trabajadores de la clínica "Dis-ease", habían terminado por acostumbrarse a la desconcertante conducta del "Torbellino Kim", apodo que el profesional se había terminado ganando muy merecidamente por parte de sus empleados.

- ¡Oh, sí, eso! - Jin chasqueó los dedos como si hubiese hecho un gran descubrimiento - ¿Me das un sánd-

- Sándwich de pollo con un zumo de naranja. Lo tengo - La respuesta llegó incluso antes de que la orden fuese completamente hecha, debido a que, como muchas otras de sus manías, ya el atractivo camarero se sabía de memoria cuáles eran los platillos preferidos por el mayor en cada horario.

- ¡Wow, Jinkuk, qué eficiente! - El pelinegro chilló emocionado, y, sin siquiera percatarse de que el nombrado había puesto sus orbes en blanco por segunda vez, se separó del mostrador y dirigió directamente hacia la típica mesa en la que tenía sus comidas diarias.

Una vez ahí, tomó asiento, posicionó los codos sobre la mesa, acunó con sus palmas sus mejillas y empezó a tambalear sus pies de atrás hacia adelante, haciendo uno de esos pucheros involuntarios que le salían solos.

Visto desde el exterior, cualquiera hubiese pensado que era un niño bueno y encantador, de los que aman las sillas altas para poder mecer sus patitas; pero bien sabían las personas que pertenecían a su entorno, cuán lejos de la realidad estaba dicha idea.

Y, definitivamente, el mayor testigo de dado planteamiento era el moreno de rostro imperturbable e increíbles proporciones que, justo en ese instante, ponía un pie en el comedor laboral.

Namjoon, elegante, impoluto y guapo como siempre, entraba maletín en mano a la cafetería, postrándose directamente frente al mostrador y dispuesto a hacer su orden.

¡El doctor Kim necesita un esposo!| Namjin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora