Segunda parte: "Una pequeña casualidad"

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Fanfic escrito por Therese Graham y T.G.

Por favor, pido respeto, si no es de vuestro agrado, pasen de largo.

La historia se centrará en tres personajes: Candy, Terry y Albert.

También les dejo el link de la narración de este minific (en caso de que se animen a escuchar): https://www.youtube.com/watch?v=oBNww7CSDqg


Disfruten del escrito...


Segunda Parte: "Una pequeña casualidad"


QUINCE AÑOS DESPUES...

-¡Cariño! –casi gritó una mujer esbelta y de cabello castaño- ¿cómo has estado?

-Muy bien Darla, me siento refrescado –recibió un beso en los labios y un efusivo abrazo

-Vamos al hotel, he encargado a preparar demasiadas delicias para esta noche, y compré un vino exquisito que te va a encantar, luego... podremos tener un apasionado reencuentro –susurró a su oído

-Por supuesto –le respondió él con una sonrisa

Tras seis largas semanas de continuos viajes, había llegado a Long Island. Ya hacía un par de años que se había decidido a cambiar el rumbo de su vida, la actuación ocupó un segundo lugar para dar prioridad a su trabajo como escritor. De vez en cuando era invitado especial de Robert Hathaway aún para asistir al teatro, en algunas ocasiones como invitado, y en otras lograba hacer que Terry deleitara una vez más al público. Aquel que fue la gran estrella de Stradford por más de una década, decidió ceder su lugar a otro actor más joven y con ilusiones nuevas.

Las últimas semanas se había ido por algunos países de América a promocionar su nuevo libro "Infortunios de la vida", así lo había llamado, un libro compuesto por varias historias cortas, algunas inspiradas en anécdotas de su propia vida o en las de sus amigos y conocidos. No le había ido nada mal en la venta de su escrito, le gustaba seguir firmando autógrafos, aquello era un pequeño secreto que se guardaba para sí mismo.

Era la tercera vez que volvía a Long Island tras concluir con la promoción de sus libros, tendría que esperar unas cuantas semanas para comenzar a ir a distintos lugares y dar algunas conferencias, quizás entrevistas y alguna charla interactiva con personas que hubieran leído su libro.

Darla, era dueña de un hotel, no le había sido difícil conquistar al ex actor para lograr que se quedara entre sus sábanas en más de una ocasión. Y más allá de las ocasiones en las que se habían acostado, una relación de amistad se formó entre ellos. Le gustaba escucharle, beber algunos tragos y comer deliciosos platillos. Con ella había encontrado la forma de relajarse y desahogarse al mismo tiempo, incluso le había contado acerca de su fallido matrimonio.

Esa noche se desarrolló tal y como su amiga lo había planificado, Darla le sugirió que aprovechara el buen clima de Long Island para ir a la playa, pues en esas fechas no iba demasiada gente, e incluso podría alquilar alguna de las casitas que se encontraban por ahí cerca para disfrutar de su estadía.

Hizo caso omiso a esta sugerencia, al día siguiente decidió ir a caminar, disfrutar de la arena tibia, el agua que llegaba a mojar sus pies y dejar que el sol acariciara su piel. Los minutos pasaron sin que se diera cuenta, y estos se convirtieron en horas, cuando sintió que su estómago le reclamaba por comida, se dirigió hacia el primer restaurant que vio.

Caminó hacia el lugar, situado en la misma playa, cada mesa estaba acompañada de su respectiva sombrilla. Eligió una y tras acomodarse, se quitó las gafas oscuras, pidió una bebida helada mientras esperaba a que llegara su platillo de comida. Daba pequeños sorbos a su vaso, viendo como los hielitos de este se iban haciendo cada vez más pequeños. La vista de aquel lugar era entretenida, a lo lejos, divisó una silueta femenina, caminaba por la orilla, llevaba puesta una blusa y falda, ambas de tela ligera para estar cómoda en verano, un sombrero y gafas oscuras, en la mano derecha sostenía un par de sandalias. Ella se acercaba sin haberse percatado de que estaba siendo observada. De inmediato, Terry fingió no haberse dado cuenta de su presencia y miró nuevamente hacia su vaso, internamente maldijo el no haber llevado con él un libro o al menos un periódico para fingir que estaba concentrado en algo más. Tan solo le quedo desviar la mirada a otro punto y estar totalmente absorto en sus pensamientos, al menos las habilidades de actor podían ayudarle. Y hubiera pasado de esta forma, de no haber sido porque el mesero le trajo en ese momento un gran plato con camarones. Se vio obligado a ver hacia la comida e inevitablemente encontrarse con la mirada de Candice.

Entre dos amoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora