𝟎𝟎𝟐

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Louis entra a su habitación con más palomitas de mantequilla en el bowl y mira a Harry sentado en medio de la cama con las piernas cruzadas y embobado en la televisión.

El rizado le había pedido durante toda la mañana que se quedara viendo películas con el y después de unos cuantos pucheros y besitos en la cara de su novio, aceptó. Louis tuvo que adelantar algo de trabajo con tal de no decirle que no a su bebé.

Sonríe al verlo contento con su mameluco ya puesto, y el gorro con sus orejitas arregladas. Louis sabe cuánto cariño le tiene Harry a esa pijama y a pesar de que varias veces ha intentado deshacerse de ella por estar algo gastada no ha podido, de igual manera ya no lo intenta.

Frunce el ceño cuando su vista viaja a los empaques de chocolates y dulces tirados en el suelo y parte de su cama, se acercó a Harry arrebatándole la nueva barra de cacao que iba a meter a su boca.

— Harry, ¿Te los comiste todos en este rato? ¡Te dije que solo uno!

El rizado le hace una cara de reproche cuando el chocolate fue arrancado de sus manos e intenta quitárselo, fallando.

—¡Pero son míos! Tu mamá me los dio.

Louis suspiró y se puso a recoger la basura, sabía desde hace mucho que eso era un tema que tenía que arreglar con su madre, y es que a ella le encantaba consentir a Harry con postres y Dulces, Louis odiaba la comida chatarra y Harry la amaba, era una discusión de siempre.

Se puso firme frente a él, y aunque no le gustaba discutir con el tenía que hacerlo, pues Harry era bastante mimado por su culpa y a veces se aprovechaba de eso.

— Sabes que te hacen daño. Después estás vomitando y llorando por el dolor de estómago.

— Pero no voy a vomitar.

— Dime eso cuando no te conozca — Louis le habló un poco brusco y tiró la basura al cesto. Harry lo miraba con la mandíbula tensa.

— No me grites — Su voz empezaba a temblar.

— Harry, no te estoy gritando.

— ¡Me estás diciendo Harry! — Reclamó y Louis rodó los ojos, apagándole la televisión, el rizado se bajó de la cama descalzo.

— Así te llamas. Y ponte zapatos, el suelo está frío...

Harry no respondió y tampoco obedeció. Empezó a tomar almohadas para salir de la habitación, Louis lo siguió cual perrito a su dueño.

— ¿A dónde vas?

Su novio continuó ignorándolo y sólo bajo a la sala, acomodo almohadas en el sofá grande y se acostó ahí, dándole la espalda a Louis.

— Hazz.

— ¡Déjame! — Su voz estaba ronca por el llanto silencioso que estaba haciendo.

El Ojiazul se puso en cuclillas detrás de el y lo giro para mirarlo, Harry se tapó la cara ya roja con las manitas.

— Conejito, sabes que no me gusta cuando comes demasiada chatarra, te hace daño y lo sabes.

— Me hablaste feo.

Harry hipó. No pudo aguantar más y se lanzó a los brazos de Louis a llorar. El Ojiazul se golpeó mil veces en su mente por no haberle hablado con más calma a Harry, era algo sensible.

— Lo siento, Hazz, pero no vuelvas a comer tantos dulces juntos ¿Bien?

Louis puso su mano sobre el estómago de Harry, sobando por encima del suave mameluco. El rizado asintió más tranquilo.

— Lo siento Lou, no quería hacerte enojar.

— Todo bien, bebé. Ahora ven a dormir conmigo a la habitación.

Harry lo miró inseguro, pues aún se sentía algo rencoroso con el, así que no se la iba a dejar tan fácil.

— No quiero.

El Ojiazul alzó una ceja y desabrocho unos botones de la pijama de Harry para poder tocar su suave y cálido abdomen.

— Por favor, hace frío aquí abajo.

Harry ahora miraba la mano de Louis dentro del pijama y sentía vibraciones en su abdomen cada que Louis lo frotaba.

— ¿Me vas a abrazar ahora si?

Louis ladeo la cabeza.

— Y entre otras cosas.

El rizado no pudo ocultar su sonrisa.

pink paws • larry shortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora