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Advertencias de la historia: Consentimiento no consensuado, acecho, thriller, comportamiento psicópata, enamoramiento unilateral, obsesión, escenas sexuales explícitas.

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La azabache ladeó la cabeza sin comprender, tratando de escuchar cada palabra que su jefe le estaba diciendo. Sin embargo, después de cuatro años trabajando allí, se le hizo difícil asimilar tal información.

—¿Sango renunció? —preguntó por segunda vez, sin poder creerlo.

Naraku rodó los ojos por lo terca que estaba siendo su empleada. Aún así, estaba acostumbrado a aquella azabache.

—Si, Kagome. Sango renunció —afirmó —. Presentó su carta de renuncia esta mañana, por lo que no tengo a nadie a quien enviar para nuestro nuevo cliente V.I.P —informó con leve exasperación.

—Pe-pero Sango ha trabajado aquí durante siete años, esta era su única fuente de ingresos estable. Este era su mundo, ¿y renunció de la nada, sin decirme siquiera adiós? —cuestionó incrédula y a la vez preocupada por el destino de su amiga.

Naraku suspiró, exhausto, pero mantuvo la calma. La calma fue su mayor virtud en ese mundo de una famosa empresa de empleadas domésticas que trabajan con personas de alto mando.

—No sé que fue lo que le pasó, tampoco me importa, sólo se que nuestro nuevo cliente pidió servicio de limpieza para las cuatro de la tarde, y Sango había tomado el pedido, pero ahora que no está, necesito que lo hagas tú —dijo más en orden que en petición.

Kagome negó con la cabeza repetidamente, recordando sus horarios.

—No puedo, sabes mejor que nadie que ya tengo trabajo a las cuatro con la señora Kaede, ella solicitó mi servicio primero.

—Kikyo tomará ese turno.

Kagome frunció el ceño, enfadada por tal información.

—¿Por qué le das mi clienta a ella? Que Kikyo tome a este cliente tan importante y yo puedo seguir con mi rutina. — Ella discutió, ya que no encontró lógica en aquello.

—Ella trabaja aquí desde hace dos meses, aún comete pequeños errores. Kaede es comprensible, no se enfadara con Kikyo, pero este cliente es muy estricto. No quiero problemas. A comparación de ella, sabes lo que debes y no debes hacer, Kagome. Eres en quien más confío para esto. — Casi parecía que estaba dispuesto a rogar por su ayuda.

¿Tan importante es ese cliente? Pensó con cierta intriga.

—¿Me darás el aumento que te pedí hace un mes? —preguntó en extorsión.

Naraku apretó la mandíbula, sin embargo, no tenía opción.

—Prometo darte el doble si aceptas que se vuelva un cliente regular para ti. Tendrás que olvidarte de volver a trabajar con Kaede.

Amaba a la anciana, pero Kagome estaba pasando por una situación difícil con la renta de su apartamento, por lo que está vez, amó más el dinero.

—Hecho. ¿Cuál es el nombre de este cliente?

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Su penúltimo turno casi terminaba, sólo estaba dando los últimos retoques en la limpieza, mientras la propietaria de la casa cortaba zanahorias para agregarle a la cena.

—Te veo distraída hoy, ¿ocurre algo? —preguntó Kagura, su jefa temporal hasta que termine su turno.

Kagome la miró por un segundo, antes de asentir con la cabeza. Claro estaba que no eran amigas, pero en ocasiones su jefa comenzaba una conversación amistosa, lo que generaba un ambiente agradable.

—Tengo un nuevo cliente en mi próximo turno y estoy un poco pensativa. Repaso los límites en mi mente, para hacer un buen trabajo —contestó con simpleza.

—Ooh, ¿es un él? Tal vez podría ser tu Sugar Daddy —bromeó a la ligera, sacándole una sonrisa a la azabache.

—Si, es hombre. Su nombre es Sesshomaru Taisho por cierto, ¿lo conoce? Naraku dijo que es un hombre muy importante —dijo en distracción, sin prestarle atención a su jefa.

Kagura dejó de cortar la zanahoria, quedándose paralizada en su lugar, mientras su rostro se volvía serio. Sin embargo, levantó la mirada para ver con el mismo mirar perdido, a la azabache que lucía inocente mientras limpiaba.

—No, no sé quien es —respondió en voz baja, bajando la mirada de nuevo para continuar cortando, pero esta vez, más lento.

Ese nombre, ese hombre...

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Kagome observó todo con intriga, interesada en por qué ese hombre era tan importante como para tener guardias por toda su casa. Por lo general, aunque sus clientes tenían mucho dinero, jamás había visto más de un guardia con ellos. Se sintió escalofriante.

—Disculpe, soy la empleada doméstica de la agencia ALls. Pidieron que viniera hoy. — Le dijo a un guardia, en tono tímido.

El sujeto la miró de arriba hacía abajo, analizando a la chica de mirada celestina.

—Hum, si. Pasa y haz tu trabajo, pero no hagas ruido, el jefe duerme —informó con desdén.

¿Duerme? ¿A las cuatro de la tarde?

—Por supuesto. Pero si está durmiendo, ¿qué habitación debo evitar? —cuestionó con incertidumbre.

Todo en ese lugar era verdaderamente intimidante.

—Sólo no vayas al segundo piso —dijo con simpleza.

Kagome asintió, aliviada. El primer piso era lo suficientemente grande, no tener que limpiar el segundo también hizo que sus hombros estén menos pesados.

—Esta bien, gracias —agradeció una vez que pudo ingresar a la casa con sus productos de limpieza, sorprendida por la bella casa y aterrada por todas las cámaras de seguridad que había dentro.

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Los días se convirtieron en semanas tranquilas, donde Kagome tenía sus clientes regulares, incluyendo a Sesshomaru, quien aún no conocía, pero había aceptado que ella limpiara su casa todos los días. Todo se mantuvo en misterio respecto a él, pero comenzó a sospechar que Kagura sabía algo por sus comportamientos extraños cada vez que mencionaba aquel trabajo, sin embargo, jamás dijo palabra alguna sobre ello. Por lo que la azabache continuó su limpieza en la casa Taisho, hasta que, cuando su turno estaba por terminarse, lo conoció.

Estaba sacando el polvo de las escaleras después de cambiar la alfombra en ellas, sin embargo, pisadas que provenían desde el piso de arriba la sacaron por completo de su trabajo, e inmediatamente, su cuerpo se tensó. Aquel movimiento significaba sólo una cosa; Sesshomaru se había despertado antes.

—¿Cuál es tu nombre, empleada? — Una profunda voz resonó en el lugar, enviándole un escalofrío por la espina dorsal.

Con lentitud, la azabache volteó la cabeza hacía donde provenía la voz, viendo al hermoso hombre parado al comienzo de las escaleras. Por supuesto, Kagome quedó fascinada con su belleza, pero había algo en su mirada dorada que hizo que su estómago se revuelva.

Era aterradoramente hermoso.

—Soy Kagome, señor — Su voz tembló al presentarse.

El cielo cayó en el infierno en ese entonces.

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—Eliset.

He's |Sesshome| |Libro 1#|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora