—Me quedaré —decidió, asintiendo con la cabeza para convencerse a sí misma.
Sesshomaru se acercó con firmeza, observando minuciosamente la reacción de la azabache ante la cercanía, viendo como ella se mantuvo quieta en su lugar, pero claramente respirando con dificultad tras ponerse un poco nerviosa, o incluso intimidada.
—No será diferente a la otra noche —aclaró, para calmar el corazón acelerado de la chica.
—Eso no me preocupa —dijo con el ceño fruncido.
—¿Entonces qué? —preguntó, genuinamente curioso por la actitud de la azabache.
Exhalando, Kagome bajó la mirada, mirando algo en especifico antes de tomarlo con sus propias manos, examinando las heridas del peli-blanco, quien mansamente se dejó revisar, fascinado por la seriedad de la azabache al revisar su piel lastimada. Casi parecía viajar al pasado, donde ella atendió sus nudillos en las escaleras y pudieron tener una conversación real.
—La mayoría son superficiales, pero las heridas de los nudillos tardarán bastante tiempo en sanar —informó, haciendo una mueca ante lo mal que se veían esos nudillos —. Ven, vamos a curarte.
Cautivado, Sesshomaru observó como la azabache soltaba su mano para salir del ático, seguida por el hombre silencioso. Sin embargo, no tuvo mucha opción luego de abandonar el lugar destrozado y el pasillo hecho pedazos, obligado por la seña de Kagome para que se sentara en el primer escalón. Oh. Se sintió nostálgico.
Paciente, esperó que la azabache volviera con el botiquín de primeros auxilios. Cualquiera podría sorprenderse con lo sumiso que se volvía por una simple empleada doméstica, siendo él un hombre temido, sin embargo, él no sentía que su actitud cambiara. Parecía... natural, como si volviera a la juventud de antes.
Kagome regresó con el equipamiento necesario, sentándose en el espacio del primer escalón para atender las heridas cómodamente. Y callada, tomó una de las manos para ponerse a trabajar lo más rápido posible antes que se infecten de una manera grave, ignorando la evidente mirada fija que le estaba dando el peli-blanco.
—¿Cuanto tiempo mi madre trabajó para tu familia? —inició la conversación hacía un tema que la tenía intrigada.
A pesar de no ser un tema del que particularmente a Sesshomaru le gustara hablar, respondió sin problema, internamente aliviado de que Kagome no quisiera estar en silencio toda la noche. No podía desperdiciar la oportunidad.
—Cuatro años. Tenía 12 años cuando la contrataron. Pensaban que era incapaz de cuidarme por mí mismo —recibió más información de la esperada, pero lo agradeció en silencio.
—¿Por qué? —indagó, curiosa.
Sesshomaru hizo una pausa antes de contestar, aún así, Kagome le dió su espacio también, sin exigir si él no deseaba responder.
—No fueron buenos padres —dijo con simpleza.
La azabache asintió con entendimiento, sin desear tocar más ese tema por lo cortante que se oyó, volviendo al original.
—Y ella, mi madre, ¿te trataba bien? — Sería un golpe bajo si la respuesta era negativa, ya que a pesar de todo, su madre era su rayo de sol.
—Fue la luz en la oscuridad.
Kagome terminó con la primera mano, finalmente mirando a los ojos al hombre por lo dicho, quien la miraba tiernamente, algo que jamás creyó ver en él. Aún así, no estaba segura si era por ella o por los bonitos recuerdos con Naomi.
—¿Por eso me contrataste tan específicamente? ¿Tiene algo que ver con mi madre? —preguntó en voz baja, casi insegura, bajando la cabeza de nuevo para concentrarse en la otra mano.
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He's |Sesshome| |Libro 1#|
Fanfic|Libro 1#| Como empleada doméstica de una agencia muy importante, Kagome, sin cuestionar, iba donde le ordenaban. Usualmente, limpiaba casas de clientes usuales que eran fieles a ella, sin embargo, algo inusual ocurre, por lo que se le pide trabajar...