⟨ OO3. ⟩

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🌻

— ¡Maldición, Juuzou! ¡ Ya te dije por qué estuve fuera todo el día! ... ¡Ouchi! 

Se quejó cierto Baji, cubriéndose de las manos de su hermana que fueron en contra suya, era más alta y fuerte que él ahora mismo. 

— ¡Eso no justifica el que hayas faltado a la escuela! ¡Me dejaste solita! — Reprochó triste cuando los golpes cesaron, mirando mal a su gemelo.

— ¿Ya me puedo mover? — Comentó el casado Asahi, quien estaba haciendo de mesa para que la menor pudiese verse más grande e intimidar al de melena larga.

— No.

— Oh... 

— Tsk... Cómo sea, ¿Por qué no puedo traerlos a la casa? A ninguno de nosotros nos molesta. — Suspiró al final, mirando a sus otros dos consanguíneos.

 — Mamá no lo aprobaría, sabe que ninguno que no sea ella podrá cuidar de esos animales mientras no estemos en casa. — Finalmente, el mayor de los Baji botó de su espalda a la muchacha, poniéndose de pie incómodo por haber sido un mueble. — La pueden convencer, pero no creo que lo logren. 

—  Demonios.

— A mí también me da pena, pero no puedo dejar que mamá se enoje contigo. — Juuzou apoyó la frente contra el hombro de su hermano recién llegado, suspirando mientras este le daba pequeñas palmadas en la cabeza como consuelo. — Soy llanto, en serio, quiero meter a todos esos gatos a mi cuarto... 

— Shhh, calma, calma. — Nanais. — Le rogaremos juntos, ¿Sí? Quizá pueda con uno, pero no con dos a la vez. 

— ¿Va a funcionar? — Se sorbió la nariz por la pena. 

— Esperemos que llegue del trabajo y le hablamos. 

Y con una sonrisa tranquilizadora, Keisuke rodeó los hombros de la otra Baji, comenzando a caminar juntos hasta su pieza compartida; han dormido en la misma habitación desde que tienen memoria, y dejar esa "costumbre" sería devastador para ambos, pues el apego que se tenían no era de este mundo. Baji le indicó a Asahi que le llamara para ir a comprar algo de cenar en caso de que mamá no llegase temprano o él no cocinara nada, terminando por asentir antes de comenzar a caminar cada quien a sus destinos.

°°°

La habitación era simple, pero bastante acogedora y limpia. Había una litera, la de arriba estaba llena de papeles sin sentido, al igual que una parte del escritorio; la cama de abajo, por otra parte, estaba algo destendida pero organizada y libre de cachivaches. Los dos hermanos abrieron más la ventana, recibiendo el suave maullido de un pequeño animal que llevaba cierto tiempo esperando a que le dejaran entrar. La de mecha rubia sonrió ampliamente, cargando al pequeño en brazos mientras el más alto se encargaba de cerrar bien la puerta y ver que nadie observara su entretenida hora de juegos con Juuzou y el minino que ronroneaba por las caricias. 

— ¿Aún tenemos comida para gatos? — Preguntó la chica, sentándose en el suelo.  

— Creo que no... ¿Te molestaría ir a comprar algo? De paso traes la cena también. 

— Oye, tú eres el padre, ¿Por qué tengo que ir yo? — Se quejó con pereza. 

— ¿Ah? ¿Qué clase de madre no se preocupa por la alimentación de su hijo? — Hizo una mueca extraña, tumbándose al suelo también mientras señalaba con la mirada al gato. — Sólo compra un poco, te compensaré por las molestias. 

— Ah... Qué vago y malo eres. Toma. — Y acto seguido, dejó al animalito junto Keisuke. — Le pediré algo de cambio a Asahi, no me tardo. 

Arte Al Estilo Juuzo. | Tokyo Revengers × OC.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora