Caroline...
Quizás nunca iba a poder vivir lo que toda mujer soñaba... una vida tranquila, estable, pero, quizás compartiendo tu vida con aquella persona de la cual serías capaz de dar o dejar todo. Muchas noches pensaba e imaginaba como sería mi vida y la de Dereck si decidieramos dejar todo y huir por nuestra felicidad, porque si, Dereck era mi felicidad, estaba más que segura del amor que le tenía.
Por otra parte está Alejandro, su hermano... El chico que dice estar enamorado de mi, él que dice lograr hacer que olvide a su hermano.
No lo a logrado, ni si quiera un poco.
Quizás lo que necesito es alejarme de ambos, no saber nada de los Coleman, pero como hacerlo si pronto tendré un sobrino que llevará la sangre de ellos, como ver la cara de mi hermana sin sentir remordimientos o coraje alguno por no ser yo la futura madre del primer hijo de Dereck.
Me sentía mal, frustrada, enojada, quería gritar, apretaba los ojos para intentar no pensar más, por mi mente paso la idea de no poder volver a abrirlos para ver mi realidad, giraba y giraba en la cama en continúas veces, pero nada lograba hacer que mi mente se distrajera, así que decidí ponerme de pie y fui a darme una buena ducha con agua fría aprovechando que el clima estaba muy caluroso a pesar de que era muy temprano, pero que se podía esperar de Guerrero.
Al terminar de ducharme fui en busca de ropa fresca, así que obté por un vestido verde y largo, de tirantes y escote de corazón, para mis pies escogí unas sandalias café claro con brillos, levanté mi cabello en una coleta alta, rice mis pestañas y cepille mi cabello, sin más deje salir un fuerte suspiro y salí de la habitación que estaba compartiendo con Dania.
No tenía ánimos de nada, no quería ver a nadie, mucho menos a Dereck, así que me fui de la casa, cogí mi pequeño bolso y tome un taxi para que me llevará a alguna playa, deseaba la soledad, necesitaba pensar con claridad que iba a hacer.
Al llegar a la orilla del mar, me quite las sandalias y comencé a caminar descalza por la arena que se sentía tan suave y húmeda, pero a la vez caliente. Dejaba que el mar mojara mis pies, sentía un tipo de consuelo o relajación al sentir el gua fría sobre ellos.
No había bastante gente, era una playa lejana y aparte era un día entre semana, así que con toda calma me quedé de pie observando el sin fin del mar y sintiendo cada golpe de aire fresco y caliente a la vez.
Solté un suspiro, volví a soltar otro suspiro, me permití respirar con fuerza, sentía esa terrible sensación de querer llorar, mis emociones me estaban ganando, así que me permití soltar todo lo que llevaba dentro.
Cogí el aire que mis pulmones fueron capaz de resistir...
Y lo hice...
No me importó que la poca gente que había se me quedara viendo extrañados por mi actitud.
No me importó nada, solo era yo soltando todo lo que llevaba dentro.
Grité.
Grité muy fuerte una y otra vez hasta que la garganta dolió.
Grité hasta que ya no salía más voz de mi interior...
Me deje caer de rodillas en la arena sin importa que mi vestido se mojara.
Y por último...
Deje que mis lágrimas fluyeran, me permití llorar como nunca antes.
Cuando por fin sentía que ya no había nada que soltar, comencé a reír...
Limpie mis lágrimas y me puse de pie, me quite el vestido y lo avente a un costado, y con ropa interior comencé a correr hacia el mar, si aún estaba en mi periodo, pero ya era muy poco así que no me importó y corrí al mar permitiendome sentir lo frío del agua por todas partes, me metí por completo y me sentí más viva que nunca.