DERECK
—¿Por qué piensas que Raquel es la indicada?
Habla Erick, amigo y compañero de clase; levanto los hombros y le doy una última calada a mí cigarro antes de apagarlo.
— Hay algo en ella, que me llama la atención...
Mis ojos seguián clavados en una de las chicas, la observaba desde la segunda planta de la universidad,
Desde arriba podía verla perfectamente; siempre en el receso se acompañaba con su amiga a la cafetería que se encontraba en medio de los planteles, siempre se sentaba en la misma mesa, esa que quedaba prácticamente abajo de mí.
—¿Te imaginas que fuerán familia?
Dejé salir un bufido...
— Raquel nunca habla de su familia, lo único que sé es que su padre es muy estricto...
—Creo que es una tontería, ¡acércate a ella y ya!
Erick tenía razón, pero la edad me lo impedía, ocho años de diferencia eran suficientes para mantenerme a distancia.
—¿Al menos sabes el nombre de la castaña?
Una sonrisa se dibujo en mis labios.
— No
Es verdad, llevo un poco más de un año mirándola, observándola, y hasta ahora no sé cual es su nombre, lo que sí puedo asegurar es que tiene unos ojos color miel preciosos.
— Es una chica muy inusual...
Decidí fumar otro cigarro, le dí una calada y comencé a pensar en las palabras de Erick; tenía razón, es una mujer diferente, su manera de vestir era poco común, pero aun así cada que la miraba sentía como los latidos de mi corazón se aceleraban con tan solo verla pasar frente a mi, su sonrisa simplemente era perfecta, el color castaño de su cabello le brillaba aún mas cuando los rayos del sol le daban directo y aunque siempre lo tenía alzado en una coleta, apostaba a que suelto se le podía notar lo delicado y suave; el color de su piel era claro, ansiaba tocarla para poder comprobar que su piel era igual de suave; todo en ella se veía suave, delicado, como una rosa, me gustaba, me encantaba sentirme así de idiota por ella...
— ¿Otra vez observando a esa chica, Dereck?
La voz de Luis se escucho detrás de nosotros.
— Siempre lo haré...
Respondí mientras calaba de mi cigarro y en eso la observé reír con su amiga, de la cual tampoco sabía su nombre.
Me encantaba verla feliz, podía ver sus blancos dientes cada que sonreía, sus carcajadas eran fuertes y podía escucharla, mis labios se curvearon, pues verla contenta me gustaba, hasta que uno de sus amigos se le acercó y la abrazó; en automático mi cuerpo se tenso, pues ver los brazos de otro hombre rodeando sus hombros me molestaba, en verdad que me ponía mal, enojado.
—Oh,oh.
Se burla Erick.
—Tienes que decidirte, hermano; ese chico va tras ella.
— No lo hará...
respondo serio.
Fumo una vez más de mi cigarro para después apagarlo y mirar a mis amigos decidido y seguro.
— ¡Ella es mía!
Sueno posesivo, pero es verdad, aunque ella no lo sepa es mía y de nadie más.
Di media vuelta y comencé a bajar las escaleras, mi sangre hervía, puños se formaron en mis manos, pues en verdad que iba directo a chocar uno de ellos en su estúpida cara.