Así titularon a una de las leyendas urbanas más conocidas en Asunción.
La historia cuenta que una noche de intensa lluvia un taxista qué circulaba por la zona del cementerio de la recoleta, subió a su vehículo a una hermosa joven qué había solicitado el servicio. La pasajera pidió al taxista que la acercará hasta su casa, la cual estaba a unos ocho kilómetros de donde la había alzado.
A pocos metros de la dirección indicada, el conductor se vio obligado a decirle a la mujer que no iba a poder dejarla frente a la casa, ya que el camino que continuaba era angosto para su vehículo,un callejón más.
De todas formas, el taxista le ofreció una chaqueta para que la joven no se mojara. Ella le agradeció y le pidió que busqué el abrigo al día siguiente.
Según se cuenta, el taxista volvía a la mañana siguiente al lugar, tocó el timbre y preguntó por la joven. La madre, quién acudió a la puerta, quedó sorprendida por la pregunta y le contó que su hija había muerto tres años atrás, en un asalto. El taxista no creyó nada de lo que decía la señora, por lo que tuvieron que ir hasta el panteón donde estaba enterrada la mujer.Al llegar al lugar, la chaqueta del taxista estaba encima de la tumba.
Lo curioso es que, hasta hoy, no se ha hablado del nombre de la joven. Pero si uno va hasta las paradas de taxi que está frente a la cárcel de mujeres El Buen Pastor, es común escuchar esta historia en boca de los taxistas más antiguos (al menos de los que siguen trabajando, porque muchos están jubilados).
De todas formas, aunque este relato es el más clásico - se lleva al formato audiovisual para la tevé en dos oportunidades -, no es el único. Los taxistas actuales cuentan que una vez un colega de la parada que trabajaba en horario nocturno, dormía en su móvil a la espera de pasajeros. De repente sintió una sacudida fuerte al vehículo. Despertó y no había nadie.
Por supuesto, nunca más volvió a prestar servicios de noche.