Facade {Jeno} [PAUSADA]

7. Un día de perros

HyeJin

Quería asesinarlo.
Agarrarle del cuello y zarandearle de un lado a otro hasta que me suplicase clemencia. Habían pasado algunos días desde el partido y de nuevo, Jeno me trataba como si fuese invisible. Cuando estábamos con nuestro grupo de amigos, no me dirigía la palabra y tampoco me miraba, pero seguía mostrándoles a los demás aquella falsa actitud amable. Estaba tan harta de los cambios de humor de Jeno, que la sangre me hervía y sentía que podía estallar en cualquier momento y, por si fuera poco, estaba en esos días del mes, me sentía hinchada y me dolía tanto que quería arrancarme los ovarios. Estaba tan jodida... que no tenía ánimo para pelear con nadie.

—¿HyeJin? No pareces encontrarte bien, ¿te duele algo? —me preguntó Heejin con dulzura—. Ni siquiera has tocado la comida.

—No te preocupes, mañana estaré mejor —dije con una leve sonrisa—. Es que, siento que me pesa todo el cuerpo.

—Está en sus días —comentó Haechan, casi gritando—. Si no te vas a comer eso, lo haré yo.

Le di a Haechan la mirada más mortífera que pude poner en aquel momento, porque quería matarle. Así que retiraba lo dicho, todavía podía sacar fuerzas para patearle el culo a quien me tocase las narices.

—Vuelve a hablar de mis problemas menstruales en voz alta y te daré una patada en los huevos.

Haechan soltó una risa y siguió comiendo. En efecto, disfrutaba mucho fastidiando a los demás.

—¿Seguro que no quieres tomarte nada para el dolor? Podemos ir a la enfermería —me dijo Mark, que parecía estar preocupado.

Un verdadero ángel, eso era Mark. Aún no entendía como Haechan y él se llevaban tan bien, eran como el día y la noche. Adoraba a Haechan, de verdad, pero era un capullo.

—Gracias Mark, pero puedo aguantar —dije, enderezándome.

Al levantar la mirada vi a Jaemin, que estaba de pie con su bandeja y una gran sonrisa; y a su lado, estaba Jeno. De forma automática, fruncí el ceño y miré en otra dirección, no quería verle, porque ya estaba lo bastante mal como para añadirle enfado. Comí sólo un poco, porque mi estómago estaba cerrado, pero me daba pena dejar ahí toda la comida, así que le dije a Haechan que podía comérselo todo.

—Sabes que, he cambiado de opinión —le dije a Heejin—. ¿Me acompañas a la enfermería?

—Claro, por supuesto.

Heejin y yo nos levantamos y nos dirigimos a la enfermería, sentía como si me hubiesen atado pesas en el cuerpo y me costaba dar dos pasos seguidos. En la enfermería me dieron algo para los cólicos menstruales y aunque se me ofreció la posibilidad de quedarme allí descansando, decliné la oferta. Debía volver a clase ya que teníamos un examen pronto y si no, no me iba a enterar de nada. Y aunque cabía la posibilidad de que me quedase dormida en clase, prefería asistir. Heejin me acompañó hasta mi aula y allí me despedí de ella.
Teníamos geografía con nuestra tutora, la profesora Gong, era una mujer severa y no dejaba pasar ni la más mínima tontería. No le gustaban las impuntualidades ni las excusas, pero en el fondo era una profesora amable. Se notaba que quería sacar el mayor potencial de sus alumnos y por eso era tan estricta, aun así, se preocupaba por nosotros.

—Vaya, has venido —me dijo Olivia, sentada a mi lado—, pensé que te quedarías en la enfermería.

—Bueno, lo había pensado... pero prefería no faltar a clase. Tenemos el examen esta semana y no quiero perderme ningún detalle —respondí—. Además, con lo que me han dado en la enfermería se me pasará el dolor en un rato.