Final

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- Lo llamaste?. – Preguntó Shoko inquieta.

- Si, le llame mas de 10 veces y no agarra mis llamadas, simplemente suena y suena. – Respondió Nanami tranquilamente, pero en el fondo estaba un poco preocupado.

- Mierdaaa...oye y si vas a su casa, tal vez a ti te abra. – Le suplicó la chica del pelo castaño.

-...tengo deberes...pero...Gojo me esta asustando...después de lo de la otra vez...– Pensó en voz alta.

- Lo del otro dia?. – Shoko hablo más fuerte.

- Si...no te conté, perdón...resulta que hace un tiempo fui a la casa de Gojo y resulta que cuando llegue e iba a tocar la puerta, esta se encontraba abierta, así que decidí pasar...
– Se detuvo un momento ya que se acordó de la escena bastante triste y aterradora.

- Y...?. – Le insistió

- Esta totalmente destrozado, lo vi llorar, me suplico por poco que lo abrazara, tenia marcas de arañazos por toda su cara, y la casa...es un total desastre, lugar por donde mires esta escrito...– Shoko lo interrumpio justo ahí.

- Geto...lo sabia, siempre lo ocultaba, pero yo sabia que apesar que pasaba el tiempo, no podia olvidarlo...– Dijo con pena.

- Eran pareja despues de todo...– Respondió serio.

- Agh...tengo que irme. – Nanami se dio media vuelta y se fue del lugar.

Shoko se le quedo mirando como se iba, y a medida que se alejaba se imagino a el caminando molesto como siempre junto a Haibara, Geto y Gojo que era la causa de molestia de Nanami. Ella sonrió, porque había sido un buen recuerdo, era algo que siempre pasaba.

- Gojo...donde quedo tu sonrisa?...ya no esta, se fue junto a el...y la de Nanami se fue con la de Haibara...– Habló, para luego agarrar un cigarro y comenzar a fumar.

Ella realmente extrañaba a su mejor amigo, queria ayudarlo, pero no sabia como, su depresión era demaciado grande para un simple profesor de 28 años.

. . .

Nanami iba caminando a la tipica panadería de siempre. El pan le gustaba mucho, de hecho era uno de los mejores que habia probado, y la vendedora no era una chica molestosa, al contrario, la encontraba muy agradable y simpatica. Le recordaba...solo un poco...tal vez en la sonrisa, o en su mirada...si, aunque era solo un poco, le recordaba a el.

Al fin llego, y para su suerte solo habia un señor que se encontraba comprando en el mini market. Entró, agarro un canasto y se adentro para hacer las compras.

- Creo que no queda fideos...comprare uno por seacaso. – Agarró el paquete de fideos y lo dejo en el canasto junto a las otras compras.

Cuando se retiro del pasillo para ir a pagar vio en un estante una paleta que en vez de ser de caramelo, tenía una pelota de chocolate con chispitas de colores. Era grande y valia un poco caro, pero al mirar la paleta de chocolate, solo se pudo imaginar a alguien disfrutar tal dulce con tanto azúcar.

- Gojo...te llevare esto, se que te gustan mucho los dulces. Así que ojalá esto te alegre. – Agarro uno y lo dejo con delicadeza en el canasto. Finalmente se fue a la caja para pagar todo.

- Oh!, señor Nanami, ¿Como esta?. – La chica se dio la vuelta y saco una bolsa de un estante y se la entrego a Nanami. – Aquí esta su bolsita de pan, se le guarde como siempre. – Le sonrio.

Nanami se dio cuenta que se habia ruborizado la chica, eso le agrado.

- Muchas gracias...hoy se ve muy animada. – Le dijo con su tipica expresión.

La soledad del almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora