🍭Dia 3》Under the rain

1.5K 167 38
                                    

El latino miraba con confusión aunque ciertamente divertido lo que tenía frente suyo.

Canadá lo había invitado a una cafetería, claro que, nunca específico que sería una bastante lujosa por lo que, al principio le incomodaba estar ahí pero...con el pasar de los minutos fue entrando en confianza, al punto de ponerse a jugar ajedrez con el bicolor.












Argentina, necesito hablarle sobre algo que aún me inquieta...











El menor levantó una ceja ante su tono de voz, hacía poco que conocía al más alto pero aún así, por alguna razón, sabia que tema iba a tocar por lo que, agarró una de esas piezas y la colocó en un lugar diferente en el tablero, aunque claro, no temía mucha idea de las reglas de aquel juego.












—Hojita rota, ya te dije que no es necesario que me hables así, pero bueno, dime, ¿Sobre qué es?












Canadá apretó sus labios entre si, aún no entendía por qué el latino le había puesto ese apodo cuando la hoja que estaba sobre su piel estaba completamente bien, aún así, agarró la pieza que había tocado el latino y la colocó en el lugar que correspondía, llegando a suspirar ya que, le estaba dando bastante ventaja sin que el albiceleste supiera.











Sobre...aquella vez, en aquel edificio, dijo que me iba a escuchar entre otras palabras, eso...¿Era cierto o solo era un show?.











Aquel menor sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, viendo como el mayor le miraba con cierta atención o mejor dicho, no dejaba de mirarlo, ni siquiera parpadeaba.

Argentina suspiró con disimulo, no sabia con exactitud como responder aquella duda del canadiense, ya que, nisiquiera él sabia por qué seguía a su lado, pensó que tal vez era por pena, por compromiso, o algo similar pero...muy en sus adentros él sabia perfectamente que estaba con aquel bicolor por que se sentía bien a su lado.

No era ruidoso e irritante como otras personas, tampoco era molesto o un idiota como su ex pareja, era...no sabia con exactitud la palabra, simplemente era el mismo, y eso, le agradaba bastante.










—Algo así...aunque ahora las cosas cambiaron, me agrada tu compañía, así que, si te puedo ayudar en algo, serte útil como psicólogo personal, puedo hacerlo










Decía el menor con una leve sonrisa en su rostro, sonrisa que, hizo sentir reconfortante a aquel norteamericano, ciertamente, ese latino iba ocupando más lugar en su corazón solo por su simple presencia y sus suaves palabras sinceras.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

31 curitas al corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora