"Capítulo 11"

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Sentí una conexión de inmediato.
No podía creer lo que veía.

La persona que ha estado conmigo consolándome, no era nada más que una jovencita, una jovencita con hermosos ojos azules que me parecían tremendamente familiares, aunque con la poca luz no se alcanzaban a apreciar de manera correcta, aún así, logre distinguirla un poco más, su piel era pálida, su cabello corto hasta los hombros y de un castaño muy claro, pero lo que me llamo más la atención, fue el color de sus labios, los cuales estaban un poco morados y rojos.

Me levanté de prisa, me sentía mucho mejor por así decirlo y no podía permitir que ella siguiera mojandose.

La diferencia de altura no era demasiado, aún así ella tenía que levantar un poco la cabeza para verme a los ojos.

—Lo siento— intente quitarme la chaqueta y está me detuvo.

—No, por favor, quédeselo, la protegerá de la lluvia un poco—

—No puedo, tu no tienes con que protegerte—

—No se preocupes, el frío no me afecta mucho— dijo con un tono de voz muy despreocupado.

No sabía si creerle, ella lo decía como si fuera cierto, aunque su rostro demostraba lo contrario.

—Pero..—

—Por favor…quedecelo— puso sus manos en mi hombro impidiendo que me quitará la chaqueta.

Asentí ante aquello que pareció más una orden, que una petición.

Veía el agua caer por su rostro y al contemplarlo, me percate de algo inusual en el.

La pequeña llevaba un moretón en el pómulo derecho, una pequeña cortada en la ceja izquierda y labio posterior de lado izquierdo.

Quería preguntarle que le había ocurrido, pero ella hablo primero.

—¿Te sientes mejor?— su voz era tranquila y reconfortante.

Pero sus palabras me tomaron por sorpresa, así que no pude responder.

—No tiene que decirme lo que pasó, si no quiere— añadió rápidamente —Solo quiero saber si, se siente mejor.

Para ser una jovencita, era bastante madura.

Me limpie la cara con ambas manos y luego asentí.

—Lo estoy— dije ofreciendo una media sonrisa.

—Se que perder a un ser especial es muy doloroso— miro hacia las lápidas —Y está bien llorar, no se deben guardar esos sentimientos, porque dolería más—

Cayo por unos segundos, dio una media sonrisa y suspiro pesadamente.

—Finalmente sacar lo que duele, libera el alma y nos da más fuerzas para afrontar los problemas. Lo sé porque e aprendido que después de la tormenta, viene la calma— concluyo y volteo a verme nuevamente.

Sus palabras eran realmente profundas para mí, sutil, cálidas y verdaderas.

Aunque aun dolía como si fuese ayer cuando todo había ocurrido, ahora me sentía mejor y un poco liberada.

Un estruendoso rayo se hizo presente. El ruido había sido tan alto e inesperado que me asustó un poco.

—La lluvia no va a parar, al contrario empeorará— dijo viendo con los ojos entrecerrados al cielo.

Una Segunda Oportunidad Para Nuestra Familia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora