—¡Agh, vamos, viejo! ¿Por qué no me dejas entrar al concierto? ¡Anda, déjame pasar, grandulón!
—¿Cuántas veces tengo que decirte que no puedes entrar? ¡Lárgate de una buena vez, mocoso! —replicó el guardia de seguridad que resguardaba la entrada del evento, cruzándose de brazos. Dirigió entonces una dura mirada al tipo rockero enfrente suyo, quien, a juzgar por su insistencia, no tenía nada mejor que hacer.
—¡Pero si aquí tengo mi boleto! —reclamó el joven de inmediato, mostrándole el arrugado papel—. ¡Pagué por el evento, es mi derecho! ¡Tienes que dejarme entrar, inepto!
Harto ya de los reclamos e insultos del muchacho, al guardia no le quedó opción alguna más que tomar por la camisa a tal tipejo, alzándolo hasta que sus pies estuvieran completamente despegados del suelo, y arrebatarle bruscamente su boleto, casi rompiéndolo por el jalón. Cuando el guardia bravucón acercó su furioso rostro al del joven, amenazándole con la mirada, aquel chico desafortunado sintió ese inevitable miedo a tener la cara desfigurada en un instante recorriendo su frente en forma de sudor nervioso y frío.
—¿Ah, sí? Pues adivina qué, idiota —escupió el guardia, agitando el boleto en su nariz—. Este boleto es falso, así que no estás autorizado a entrar, ¿me entendiste? Ahora, ¡largo de aquí, niño emo!
Dicho esto, arrojó al joven al suelo, haciéndolo caer sobre su trasero. Sin despegar la vista del chico rockero, el guardia rompió frente a él su boleto falso, e invitó al siguiente en la fila a pasar. Al ver esto, el joven ahora adolorido y humillado se levantó, y enseguida se hizo a un lado, sintiéndose derrotado. Sacudiéndose el polvo de su chaqueta de imitación de cuero, resignado a dejarse humillar más de lo que ya había sido humillado, el joven dirigió una última mirada de molestia al guardia, y cambió su rumbo hacia la acera vecina dando pasos firmes y serios. Estaba realmente enojado.
—¡Bien! ¡De acuerdo! ¡Me iré! No necesito ese estúpido concierto... —refunfuñaba, maldiciendo entre dientes a ese guardia prepotente. Al sentir su flequillo azabache (con un moderno toque de tinte azul celeste) caer sobre su ojo derecho, lo apartó con dos de sus dedos, y masculló—: ¡Y para su información, no soy emo!
Acto seguido, su flequillo volvió a posarse sin problemas sobre su ojo derecho.
Caminando por la desolada acera, mirando de reojo a todas esas personas que sí habían logrado entrar al concierto, Derek Ainsworth se maldijo a sí mismo por ser un humano tan despistado, y también maldijo al mundo por tener tan mala suerte. ¿Cómo es que pudo haber sido estafado? ¡Si ese maldito viejo le prometió que el boleto era verdadero! Aunque claro, a pesar de tener 19 años, a Derek nunca le enseñaron a no confiarse de los revendedores de boletos, de esos que te venden un boleto a $50 cuando deberían costar al menos $400. Y claro, tampoco le enseñaron a fijarse en la fecha o siquiera el nombre del evento una vez los tenga en manos. Pero bueno, dichos errores son típicos de quienes van por primera vez a un concierto. Y, bueno... Derek no es la excepción.
—Maldición... Mi banda favorita nunca ha venido a esta ciudad, y ahora que por fin tengo la oportunidad de verlos en concierto, ¿qué hago? ¡Compro un boleto falso! —se regañaba, recargado en la puerta de cristal de una tienda de autoservicio. Mirando a todas esas personas felices al otro lado de la acera, afortunadas de poder entrar al anfiteatro donde el espectáculo se llevaría a cabo, chasqueó la lengua, y pasó sus manos por su cara, totalmente frustrado.
¡Cómo desearía poder estar en el concierto!
Haría lo que sea por conseguir aunque sea el más pobre de los asientos...
—¡Shush! ¡Ándele, órale! ¡Hágase pa' allá, micho! —escuchó decir entonces a una empleada de la tienda, interrumpiendo sus pensamientos al ver cómo ésta trataba de alejar a un gato negro que por poco se mete al establecimiento. A medida que el animalito se alejaba, la señora negaba con la cabeza, y se quejaba en voz alta, diciéndole a su compañero—: ¡Méndigos gatos! Diario se junta la bola ahí al lado del anfiteatro. ¡Como es baldío, pues con razón! Dicen que hasta se meten allí por el alambrado, ¿tú crees?
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Resaca Post Mortem! | YA DISPONIBLE EN FÍSICO
General FictionDespués de una estrepitosa caída, y abrumado por una fuerte resaca, Derek Ainsworth se da cuenta de que ha muerto, y que ahora no es más que un triste fantasma. Sin embargo, no todo está perdido, pues al encontrarse con un peculiar grupo de chicos t...