Pasó toda su clase con dolor de estomago, no podía con los nervios y estuvo a punto de vomitar varías veces en la mañana, no estaba listo, pero no tenía otra oportunidad, era en ese mísero instante, o no volver nunca a ver a su amado.
Acabó su clase al poco tiempo dando por finalizado su último año, ya tenía todas sus cosas en su mochila y estaba arrepintiéndose poco a poco de tener que hablar con Yun.
Tomó un ramo de camelias que tenía guardadas y partió camino a las escaleras de mármol de su universidad, el lugar donde vio a Yun por primera vez, estaba escondido mirando su celular en la espera de su siguiente clase, la cual tampoco sabía donde estaba, le ayudo a conocer el lugar y comió con el, en el mismo lugar donde lo encontró, porque no le gustaba salir.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca logró ver a Yun de espaldas, miraba a los costados preocupado de que quizás fuera todo una broma.
- Hola, ¿Cómo estas, Yun?
- Hola Alma, estoy espelando a la pelsona que me escribía las caltas azules ¿Qué haces tu aquí?
- Yo... Yo escribí todas las cartas azules. Te amo, y nunca me atreví ni encontré otra forma de expresarme, perdón.
Pequeñas lágrimas asomaron por su rostro.
- ¿Pol qué me haces esto? A mi no me gustan los hombres como a ti, y eso tu lo sabes, ¿Cómo pensaste que estaría contigo?
- Estas flores eran para ti.
- No las quielo.
- Solo tómalas, son camelias, significan algo lindo... solo no te enojes conmigo ¿Esta bien?
Sus ojos eran un mar salado, dejó las flores en las manos de su acompañante y se dio la vuelta preparado para irse de ahí.
- No me vuelvas a hablar, pol favol.
- Oh... No lo haré, gracias por decirme.
Su voz estaba completamente rota, el último comentario de Yun logró entrar a su corazón y romperle en mil pedazos.
Tomó su coche y condujo con la vista levemente borrosa, las lágrimas no querían abandonarle y la tristeza le vestía de pies a cabeza.
Llegó a su casa en poco tiempo, estuvo varías veces a punto de chocar, y no por accidente.
Entró desganado tirando sus cosas por el suelo, sin cambiarse lanzó sus zapatos al suelo y se recostó en su cama ahogando las lágrimas que brotaban sin parar de sus ojos en su almohada.
Miró al costado y recordó aquel día donde Yun durmió ahí, nunca había traído a nadie a su casa por lo que fue algo especial, sobre todo por la persona de la que se trataba.
Recordó también aquel beso que le dio mientras este dormía, lo recordaba como algo tonto y estúpido, algo de lo cual se arrepentía, pero volvería a hacer.
Esa noche se dedicó a llorar sin descanso, no podía soportar la tristeza que abarcaba su corazón, vivía en la agonía de perder a la persona que robó su corazón y que probablemente nunca olvidaría.
Yun llegó a su casa confundido y levemente entristecido, quizás había sido muy duro con Armando, o quizás hizo lo correcto, no sabía como sentirse, solo sabía que probablemente no volvería a ver a su amigo, y eso era lo que mas lamentaba, pero nunca fue bueno retractándose y las palabras salieron de su boca sin pensarlas antes. Algo dentro de si le seguía doliendo, pero era experto escondiendo sus sentimientos y no se daba cuenta de ello.
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Omg sii actualización de verdad luego d ocho siglos coma siete milenios, espero q les guste besito besito.
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Dulces cartas.
RandomYun, conocido por gustarle a la mayoría de chicas de su universidad y ser el mas irresponsable de su clase. Armando, como cualquier chico, estudioso y con el futuro planeado desde que entró a su universidad. Como en un cliché, aquel estudioso y tra...