"Como un maldito diablo dispuesto a arrasar con todo"

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Esto es insufrible.

Oliver quiere tirarse de los pelos. No lleva ni un mísero mes trabajando, ni-un-mísero-condenado-mes-trabajando, y ya tiene claro que va a lanzarse por la primera ventana abierta que vea por el pasillo.

Lo ha intentado, realmente lo ha intentado con toda su maldita mejor voluntad, pero no puede más.

Media hora después de que Jared saliese del cuarto y lo dejara ordenando aquella jungla utilizada como habitación, Eros entró bien plantando con las manos en los bolsillos, dándole una patada a la puerta que casi la hizo doblarse. Como un maldito diablo dispuesto a arrasar con todo.

Y vaya si lo hizo.

Mierda, el simple hecho de acordarse hace que le hierba la sangre.

El boxeador lo miró por encima del hombro, abrió la nevera, bebió dos grandes sorbos de una lata, la tiró al suelo medio vacía y empezó a fumar delante de la televisión con el sonido a todo volumen. Veinte minutos después, empezó a tocar las narices en serio.

Cuando Oliver estaba limpiando el baño, Eros tiraba restos de comida en la alfombra, cuando Oliver secaba las mantas mojadas, Eros tiraba la ropa de las baldas, cuando Oliver hacía la cama, Eros removía los muebles de sitio. Y lo peor era que cuando el omega le pedía que por favor le dejase hacer su trabajo, el alfa dirigía una mirada maléfica y divertida hacia su pequeña figura y pasaba de largo como si no lo hubiera odio quejarse en absoluto.

- ¡Aghh!- aplasta la cucaracha de la ducha con un pisotón- ¡Maldito seas alfa engreído!

Rayado se asoma por la puerta esbozando un "Meow" en forma de pregunta. Curioso por los gritos.

Oliver se lleva una mano a la frente y suspira agotado. ¿Es esto lo que va a tener que soportar día tras día hasta que su maldito contrato se acabe? No es como si su anterior empleo fuese mucho mejor, pero al menos no tenía que soportar a un boxeador con complejo de rey entorpeciéndole todo lo posible y más su trabajo.

- Piensa en el dinero, Oliver, piensa en el dinero...- se dice mientras continúa jabonándose la cabeza

Pero la siguiente semana no le da tregua. Ni la siguiente. Ni la siguiente.

Cuando toca darle la medicación, desaparece, cuando es hora de limpiar, se presenta a desordenarlo todo, cuando tiene que cambiarle las vendas, lo ignora. Si Oliver protesta, Eros se mofa y si lo enfrenta, el boxeador lo amenaza. Por no hablar de las veces que lo ha tenido que separar de las enfermeras para no acabar dando un espectáculo para adultos en pleno hospital.

- Renuncio. Quiero la renuncia- posa las manos en la mesa, mirando seriamente al beta.

Lleva ensayando esta cara y este mismo tono serio de voz en el espejo desde la hora en la que se ha levantado de la cama.

- Ya... Sobre eso...- Jared esboza una expresión comprometida y aparta la mirada- Creo que... No va a ser posible

A Oliver se le detiene el corazón por un segundo.

- ¿Cómo que no va a ser posible?- en su cabeza no cabía la idea de que esto pudiera suceder

- En el contrato que firmaste pone que no hay posibilidad de renuncia hasta un mes antes de la fecha de expiración del trabajo- le informa rascándose la parte inferior de la nuca- Lo siento, en serio, sé que al principio es difícil tratar con Eros, lo sé mejor que nadie...

¿Difícil? ¡¿Difícil?! Tratar de ayudar a esa bestia iracunda y sádica es como intentar hacer al mismísimo Satanás rezar un padre nuestro en la capilla.

- ¡Por favor, ten paciencia!- el beta junta las palmas, ojos apretados y cabeza abajo- Te prometo que acabaréis entendiéndoos, solo necesitáis tiempo para acostumbrarnos el uno al otro ¡sé positivo!

Death Wish ⇝ (GAY +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora