Pizzas

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Levanté la vista y justo enfrente de mí estaba David.

-¿Pero tú eres gilipollas? ¡No te vuelvas a acercar a nosotros en tu vida!-Grité, a lo que él se fue.

Daniel se acercó corriendo con mi hermana subida en su espalda.

-¿Qué le ha pasado?-Preguntó refiriéndose a su hermano.

-No... Nada... Estoy bien...-Contestó Jesús llevándose la mano a su labio dañado.

Le tendí mi mano y le ayudé a levantarse... Últimamente hago esto muchas veces...

-Veniros a comer si queréis.-Propuso Maria.

-Vale.-Dijeron los gemelos a la vez.

-Jesús... ¿Por qué no les has dicho lo de David?-Le pregunté en un susurro.

-Porque no quiero meter a mi hermano en problemas.-Contestó de la misma forma que yo.

-Vale...

-Por cierto... Antes le has dicho a David que no se vuelva a acercar a "nosotros".-Recalcó la palabra nosotros.

-Sí... ¿Y?

-Eso es que...-Lo interrumpí.

-Eso es que no quiero que te mate.

-Ya...

Llegamos a casa y mi hermana se bajó de la espalda de Daniel.

-¿Te duele mucho?-Le preguntó con compasión.

-Que va... Si ya no me duele.-Contestó riéndose.-Pero no me voy a negar a que me traigas a cuestas ¿no?

Yo negué con la cabeza riéndome.

-No tienes remedio, hermanita.

-Lo sé...-Todos nos echamos a reir.

La verdad es que siento que puedo ser yo misma con Jesús y Daniel, no son como yo creía... Pero hay algo raro en ellos, que no me da buena espina...

-¡Sara!-Gritó mi hermana sacándome de mis pensamientos.

-¿¡Qué!?-Pregunté más borde de lo que quería sonar.

Maria suspiró, mientras los gemelos contemplaban la escena atónitos, sin saber qué decir.

-Que si pedimos unas pizzas para comer...-Dijo mi hermana.

-Sí... Lo siento por gritarte, estaba distraída.

-No pasa nada, guapa.-Me dedicó una sonrisa y se fue a la cocina, supongo que a pedir las pizzas.

Jesús, Daniel y yo nos fuimos al salón y pusimos la tele.

¿Amor? ¿Qué es eso?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora