¿Verdad?

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Segundos después llegó Maria y se sentó a mi lado, aplastando a Daniel contra la esquina del sofá.

-¡Ay! ¡Bruta!

-Calla.-Ordenó mi hermana riéndose.

Seguimos viendo la tele, hasta que sonó el timbre. Maria se levantó.

-¡Aleluya!-Exclamó Daniel.

Solté una carcajada y mi hermana se fue a por las pizzas.
Poco después vino, demasiado contenta.

-¿Qué te pasa?-Pregunté.

-¿Te han hecho descuesto?-Preguntó Daniel riéndose.

-No, imbécil.-Respondió.-El buenorro del repartidor me ha dado su número y hemos quedado para mañana.-Sonrió.

La cara de Daniel cambió por completo.

-Nosotros... Mejor comemos en casa...-Dijo.

-¡No!-Se negó Jesús.-¿Por qué?

-Bueno, quédate tú. Yo me voy.-Dicho esto, se levantó y se fue.

-¿Pero qué le pasa a este?-Preguntó Maria cortando la pizza.

Me levanté y fui tras Daniel. No me habría la puerta, así que, opté por la manera más difícil. Subí corriendo a mi habitación y por el balcón, crucé hasta su ventana.

-¿Qué haces aquí?-Preguntó.

-Joder, ayúdame, que me voy a caer.-Dije a punto de apoyar un pie en su escritorio.

-Lo siento.-Se levantó de la cama y me cogió en brazos. Una vez ya estaba en el suelo, se volvió a sentar.

-¿Qué te pasa?-Me senté a su lado.-Te gusta Maria ¿verdad?-Daniel asintió.-Tranquilo, ella... No sé, está buena y lo aprobecha. Se lía con todos los que puede, pero nunca nada serio. Enamórala, pero de verdad.

Daniel sonrió.-Gracias.-Susurró.

-Para eso estamos.-Le abracé.-¿Volvemos?-Daniel asintió.

Bajamos y nos dirigimos a mi casa. Una vez llegamos, nos fuimos al salón y allí, me impactó lo que ví. Mi hermana y Jesús se estaban liando.

-Ma... Maria...-Murmuré.

Se separaron al instante.

-Sara... No es lo que parece...-Se escusó Jesús.

-No, si me da igual. Me importa una mierda lo que hagas, tú no eres nadie para mí. Me importa una mierda que la puta de mi hermana se enrolle contigo y te deje destrozado al día siguiente. ¿Por qué me iba a molestar nada de lo que tú hicieras, Jesús?-Dicho esto, subí las escaleras llorando y me metí en la habitación. Me apoyé en la puerta, y poco a poco, me fui deslizando por ella, hasta que me quedé sentada en el suelo, con la cabeza enterrada en mis piernas.
A los pocos segundos llamaron a la puerta.

-Sari, abre.-Escuché decir a mi hermana.

-¡Lárgate! ¡Puta!-Grité.

Poco a poco, llorando, me quedé dormida. Tuve la misma pesadilla que tengo, desde que mis padres... Bueno, ya sabéis. Empecé a oír mi nombre. Me levanté y salí al balcón.

-Sara.-Dijo Dani.

-Ven.-Le indiqué que cruzara y así lo hizo.

-Mi hermano no sale de su habitación.-Me informó una vez dentro, después de abrazarme.

-Me da igual.-Dije seca.-Tu hermano me da igual.

-Sara... No te da igual... Y tú lo sabes. Tienes que admitirlo, igual que yo admito que me gusta tu hermana, y que me ha dolido muchísimo.

-¡Pero a mí no me gusta Jesús! Joder...-Me eché a llorar y Daniel me abrazó.

-Tranquila, pequeña...-Me susurró al oído.

-Vale, me gusta.-Admití una vez nos separamos.-Pero da igual, yo a él no y lo puedo olvidar. ¿Vale?

-Tú a él sí que le gustas, y lo sabes...

-Si yo le gustara lo más mínimo... No habría hecho lo que hizo.-Repeoché.

-Mira, podemos hacer una cosa... Pero tú tendrías que estar de acuerdo.-Asentí y él cintinuó hablando.-Fingiremos ser novios, y así veremos su reacción. Si se lo toman bien... No tenemos posibilidades. Pero de lo contrario, sí.

-Está bien.-Sonreí.

-Vale, pues ahora sécate esas lágrimas, y vamos.

Hice lo que Daniel me ordenó y salí tras él. Para mi sorpresa, Jesús estaba en el salón, hablando con Maria.
Cuando me vió, se levantó y se acercó a mí. Sus ojos estaban rojos e hichados. ¿¡Pero por qué él había llorado!?

-Sara...Lo siento...-Susurró cabizbajo.

-Tranquilo.-Sonreí.-Gracias a ti, he conocido a una persona maravillosa, con la que quiero pasar toda mi vida.-Me miró interrogante.-Daniel.

Mi hermana se levantó del sofá.

-Da... ¿Dani?-Preguntó atónita.

Jesús no decía nada. Se formó un silencio muy incómodo, hasta que Maria lo rompió con un grito.

-¡En media hora está aquí!-Gritó.

Subió corriendo las escaleras, supongo que iría a cambiarse para su "cita" con el repartidor de pizzas...

-¿Estáis... Juntos?-Preguntó Jesús atónito, a lo que Daniel y yo asentimos.

-Me... Me alegro mucho...-Se dio la vuelta y se dirigió a la puerta, para salir e irse, supongo que a su casa.

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⏰ Última actualización: Apr 18, 2015 ⏰

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