1. Tu traición desde mis ojos

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Sonó el celular de Mía

—¿Aló? —dijo en voz baja.

—¡Te desperté! ¿Mía me escuchas?

—Sí, si te escucho —respondió aún somnolienta.

—Recuerda que hoy vamos a almorzar y después nos iremos a tomar alguito, te tengo que presentar a mi nuevo amigo —dijo emocionada Paola la mejor y única amiga de Mía.

—Sí, hoy tengo cita con el ginecólogo y después nos vemos.

—Sí quieres te acompaño. ¿Te has sentido mal? —preguntó preocupada la amiga.

—No —negó—. Son exámenes de rutina ya sabes.

—Si quieres te acompaño —repitió la amiga sabiendo cómo era ella.

—No gracias amor iré con Ricardo —contestó.

—Ah bueno, no gracias yo paso, ya sabes no soporto a ese animal.

—¡Paola! —refunfuño enojada por el comentario de su amiga. Y es que Ricardo no gozaba de la simpatía de Paola ella más que nadie sabía todo lo que él le hacía.

—Bueno, bueno, me llamas apenas salgas de consulta.

—Sí amor como tú digas.

—Tonta —le respondió Paola.

Se levantó como un resorte e inmediatamente se entró a bañar, estaba nerviosa, si bien siempre se hacía los controles de rutina, siempre le resultaba un poco tedioso y vergonzoso tener que ir al ginecólogo sobre todo si este era del sexo masculino.

Su esposo le había sacado la cita, ella se imaginaba un hombre de 60 años mal humorado y aburrido. Sin saber que era todo lo contrario.

No sabía que ponerse, así que se puso encima lo primero que encontró, un jean que se ajustaba perfectamente a su delgado y bien formado cuerpo, realzando su trasero redondo perfecto, una blusa holgada color blanco y una chaqueta de cuero negra, combinó su atuendo con unas botas rodilleras a tono.

Se dejó el cabello suelto y pensó en maquillarse.

—¿Maquillarme? Para ir al ginecólogo, hay no, además hace años que no lo hago seguramente quedaré como payaso y Ricardo se molestará y burlará. No, así tal cual nos vamos —se dijo a sí misma.

Llegó a las 11: 00 am al bufete de abogados en el que laboraba su esposo, ingresó y no encontró Michelle su nueva secretaria, una jovencita de unos 22 años.

Como era viernes las oficinas estaban vacías no había ni un alma. Se dirigió a la oficina de su esposo y encontró la puerta de la misma entrecerrada se escuchaban vocecitas, se acercó y observó al interior de la oficina y oh sorpresa era su esposo comiéndole con gusto la vagina a la flaca y escuálida de su secretaria, con la mirada pormenorizó cada detalle, ella estaba con la blusa abierta con las tetas al aire, el arrodillado haciéndole sexo oral con el pantalón a las rodillas y su miembro al aire.

Lo estaban disfrutando tanto que estaba sumidos en su acto, en sus propios gemidos, y no se percataron que habían dejado la puerta abierta y que estaban siendo observados nada más y nada menos que por la víctima.

Mía se quedó helada, petrificada no derramó ninguna lágrima. Observó con detalle todo lo que pasaba, desconocía al hombre que estaba ahí dentro.

Ella sabía que su esposo tenía amantes, pero nunca lo había descubierto en el acto. Es más, creía que eran historias que contaban de su esposo para hacerlo parecer un gran macho, cuando con ella su esposo ni siquiera le tocaba las tetas, para ella había maltratos.

Mi adulterio mi venganza y salvación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora