El dolor, la soledad y el cansancio pueden conmigo, me quedo recostada a su lado hasta el amanecer cuando el cielo empieza a aclararse, es cuando decido que debo de terminar con todo y olvidar.
Tomo sus piernas e intento arrastrarlo, pero a pesar de ser alguien de complexión delgada, el maldito es alto y supongo que eso le retribuía el peso. Me caigo un par de veces tratando de moverlo, la última vez que lo intento me quedo sentada en el suelo donde había caído, empezaba a amanecer debía darme prisa para llegar antes de que nos fuéramos con mamá.
Vuelvo a ponerme de pie y no importa cuánto pese lo arrastro hasta la orilla y a medida que el camino pasa, recojo cada piedra que encuentro, cuando ya estamos en la orilla del lago lo arrastro por el muelle y en la punta de este me detengo, empiezo a llenar su cuerpo con las piedras que conseguí en el camino.
Su piel ya se veía más pálida de lo que era y claro, ya llevaba varias horas sin vida, su cuerpo cubierto de sangre igual que el mío y con todas las heridas que logre hacerle para matarlo. era raro este sentimiento, solo vi a Kurt Lasher un par de veces, pero me sentía jodidamente familiarizada a él y ahora sabía que ya no volvería verlo.
Me quedo un segundo contemplándolo y luego al agua que está lejos de ser cristalina, pero eso ayudaría a que se perdiera más pronto en entre las aguas. Cierro los ojos y lo empujo, el agua me salpica cuando el peso del cuerpo la hace estremecerse, los minutos pasan y efectivamente se hunde, cuando ya no lo percibo en la superficie es cuando decido irme.
El frio de la madrugada me helaba las manos y me apresuro a llegar a casa, puede que a esta hora no hubiera gente en las calles y nadie me vería, pero no podía arriesgarme, subo rápido las escaleras de la entrada y cierro la puerta de casa a mis espaldas.
Entro a mi habitación, con la respiración agitada y los ojos llenos de lágrimas. Todo había acabado, Kurt Lasher estaba muerto y hundiéndose con todos sus pecados que lo enviarían al fondo. La niña que él dejo ir, diez años después es la misma que reclama su vida. Ya no habría más cacería de Halloween para Salem. Todos podrían disfrutar del 31 de octubre cada año sin temor a ser el siguiente.
Me quito toda la ropa ensangrentada y la acomodo en mi chaqueta extendida en el suelo, la amarro como si fuera un pequeño saco apretado a mas no poder y lo escondo bajo la cama. Nadie notaria la ausencia de Kurt, nadie preguntaría por él o lo buscaría.
Todos con el tiempo aprenderían a vivir sin el miedo que él causo y con el pasar de los años lo olvidarían por completo después de todo, ese es el mecanismo de defensa que tiene nuestra mente. Olvidar lo que nos causó dolor.
Una fuerte brisa abre la ventana de golpe y el aire cala por mi cuerpo desnudo, avanzo a ella y la cierro, esta vez también con seguro. Miro a través del cristal a la calle, todas las casas adornadas con calabazas, no había ni un alma afuera, muchos estarían en la feria del pueblo aun y otros durmiendo y disfrutando el alba que apenas asomaba desde lo lejano.
Doy un paso atrás y cierro las cortinas, me dirijo al baño y abro la regadera, el agua corre por mi cuerpo y se mezcla con la sangre, lo que antes era un líquido transparente se vuelve en algo carmesí y no solo se juntan esas dos cosas también lo hacen mis lágrimas y mis emociones.
Estaba feliz, después de todo había terminado con el juego, él ya no podría seguirme a donde fuera y si nos volvíamos a ver seria en un tiempo muy lejano cuando los dos fuéramos llamados al infierno por nuestros pecados.
Froto mi cuerpo con la espuma del jabón que termina a mis pies, lavo mi cabello y por último froto agua en mi rostro.
—Ya no hay nada que temer Heaven. —me digo a mí misma.
Un escalofrió me recorre la piel cuando coloca la toalla alrededor de mi cuerpo, salgo con cuidado de la ducha y me dirijo a mi habitación, tomo de mi maleta ya organizada un par de jeans, ropa interior y un jersey cómodo.
Me visto mientras tarareo una canción que me enseño papá hace mucho, apenas la recordaba, pero había venido a mi mente tan de pronto como si nunca se hubiera ido. Tomo mi maleta y la llevo al marco de la puerta, apago cada luz dentro de la habitación y por último cierro la puerta.
Bajo mi equipaje a la sala y escucho que la puerta se abre.
—Tru, ¿estas lista? debemos irnos para no perder el vuelo.
Dice mamá que parece bastante cansada pero seguro no le importa demasiado, después de todo dormiría en el avión, ella había dejado su equipaje listo antes de irse ayer por la noche.
—Si, ya podemos irnos.
Ella sonríe y me extiende los brazos, esta vez tomo el abrazo y se sentía tan liberador.
—¿Esta vez papá puede ir con nosotros?
—Claro que sí, él nunca nos dejara solas a partir de ahora.
Toma mis maletas y las suyas para llevarlas afuera donde el mismo taxi que la trajo la espera para llevarnos al aeropuerto. Se adelanta y el taxista la ayuda a meter el equipaje al maletero, —vamos papá esta vez iras con nosotras a casa— observo con dolor ese enorme recibidor que conectaba la sala y el comedor, ojalá las cosas fueran diferentes y tu aun estuvieras con vida, pero él lo dijo —Hay personas que deben morir— y no por la trama sino por el desarrollo.
Cierro la puerta y me apresuro a entrar al taxi, mamá ya estaba adentro esperando. Cuando todo está listo el auto avanza y me voy liberando de mis miedos a medida que esa vieja casa va quedando atrás, en ella se queda todo lo malo y cuando el cartel de "Regrese pronto a Salem" es lo próximo que dejamos atrás es cuando me siento libre de respirar para soltar.
Todos ellos seguirían viviendo ahí, Doreen y willa tal vez con el tiempo decidirían otro rumbo para sus vidas. Talvez el cuerpo de papá y de Kurt se habían quedado para siempre en Salem, pero sin duda sus almas y la mía ya no volverían nunca ahí.
Lo siento Lasher tu querias que aprendiera y lo hice. Cazar o ser cazado.
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El juego infernal ✓
Mystery / ThrillerDe nuevo es 31 de octubre en Salem, Estados Unidos. Todos en ese pequeño pueblo saben que pasa esa fecha, un juego retorcido que empieza desde antes y se acaba a las 00:00 de ese dia. Dicen que nadie a sobrevivido a él, Kurt Lasher, el infame asesin...