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Salamander todavía no terminaba de concebir que Lucy se encontraba ebria, que ella de todas las personas fuera a beber hasta embriagarse. ¿Cómo había hecho algo así? ¿Es que acaso era una inconsciente sin preocupaciones por su propia seguridad? Él había visto como algunos hombres de su clan la miraban, claro estaba que ella no podría advertirlos. Pero él sí, y más de uno había apartado la vista al notar su dura mirada jade clavada en ellos. Notaba las sonrisas maliciosas al verla arrodillada arrancando la maleza que encontraba con sus tacto, o la oscuridad en sus miradas cuando ella, ajenas a sus ojos, limpiaba el sudor de su frente y el brillo perlado de su escote con la blusa de algodón que últimamente llevaba. Lo sabía porque él también solía observarla. Por más que le irritara, esa mujer era un espectáculo a la vista. ¿Quién le aseguraba que no podrían aprovechar su estado tan vulnerable para hacerle algo? Furioso por su sorpresiva falta de sensatez lo motivó a dar por terminado lo que sea que estuvieran haciendo. No sin antes echar una mirada de muerte a Cana y Erza.
Lucy se aferró a su camisa con fuerza cuando todo le dio vueltas, y luego rompió a reír como una chiquilla cuando advirtió que era él quien la llevaba. Le tomó todo el trayecto hecho saliendo de la capilla hasta una de las entradas del castillo.
—Mi señor, ¿por qué me lleva? La conversación era muy interesante, debería...
—Me sorprende esta gran falta de responsabilidad de su parte, Lucy —admitió, subiendo las escaleras de dos en dos para dejar de escuchar las risas que dejaba detrás y al par de doncellas que supiraron al verle pasar con su esposa en brazos.
—Igual a mí —admitió ella, recargando la cabeza en su pecho en señal de cansancio y manteniéndose callada todo el resto del trayecto. No fue sino hasta que él dio una patada a la puerta para cerrarla que ella volvió a hablar. La había creído dormida. Entonces ella acercó el rostro a su cuello, y la sintió inhalar con profundidad antes de envolver su cuello con sus brazos y rozar su garganta con la nariz. Él se quedó muy quieto, aguardando su siguiente reacción, intrigado por esa repentina docilidad—. ¿Me he muerto?
De no ser porque su molestia era más grande, se hubiera reído por esa pregunta dicha con tanta naturalidad.
—No todavía, tal vez por la mañana desee estarlo debido a la jaqueca que obtendrá y la charla que tendremos.
—Debo estarlo... huele como Natsu... —Susurró, posando una de sus manos sobre la barbilla masculina que encontró gracias al tacto. Inhaló profundo de nuevo, lanzando un débil suspiro—. Natsu... ¿eres tú?
Eso fue un puñetazo. No, más que un puñetazo fue un disparo dado por la espalda, un ataque tan sorpresivo que él se tambaleó un instante y tuvo que ponerla en el suelo. Miró sus ojos en busca del milagro que la hacía ver de nuevo y el cual podía ser el motivo para haberle llamado por su nombre en ese momento. Sólo encontró su mirada apagada y perdida más allá de él, sin enfocarlo realmente. No sé atrevió a contestar, incapaz de decirle algo. ¿Alguien le había dicho...? ¿Eso era lo que las brujas habían estado hablando antes de llegar él?
—Natsu, ¿eres tú? Es tu aroma... lo recuerdo todavía como si fuera ayer... ¿has venido por mí? ¿Me estoy muriendo?
—Luce... —Ese anhelo en su voz sólo podía significar el arrepentimiento por quitarle la vida, ¿verdad? Él no creía en su amor, no luego de su traición. Natsu no podía confiar en ella, pero no entendía cómo le decía esas cosas. ¿Había dicho que reconocía su aroma?
Sabía que en otra situación podría haber sido cómico, o se hubiera echado a reír de no tener los nervios puestos a prueba. Se llevó el cuello de su camisa, pensando que quizás algo en su olor le delató. Pero para él sólo olía a limpio y lo que distinguió como el aroma silvestre de las plantas que le habían rozado.
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You raise me up.
Fanfiction《Descripción en proceso》. ••• Obra registrada y protegida por SafeCreative. No se aceptan plagios ni adaptaciones de ningún tipo. 》07/Oct/21: 1° en #Nalufanfiction