¤¤ Capítulo 18 ¤¤

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A la mañana siguiente Natsu desmontó de su corcel frente a la mansión de los Heartfilia. Apenas llegó vio un carruaje detenido en la entrada principal, y con una rápido revisión descubrió el emblema de la familia Eucliffe a un costado. Subió con pasos veloces las escaleras del portón y a punto estaba de tocar la puerta cuando esta se abrió, dejando ver a lord Eucliffe y su hijo detrás suyo.

—Natsu, muchacho, buenos días —saludó Weisslogia con cordialidad. Él no despegó sus ojos de Sting, quien tenía la nariz algo hinchada y un morado sobre el ojo. Sin contar el labio partido.

—Lo eran... —musitó. Antes de que pudiese decir algo más, Jude se plantó en el umbral y le vio con severidad.

—Pasa, Lucy te está esperando en el salón donde toca el piano. Lord Eucliffe ha venido a resolver el asunto de ayer, así que no seas maleducado.

Natsu quería responderles, porque él no se tragaba el cuento de que era un maldito accidente. Pero antes que ese bastardo estaba Lucy, por lo que aceptó la tosca invitación del señor de aquella casa y pasó por su lado sin mirarlo. Seguía sin comprender del todo la actitud de Jude para con él. Incluso Zeref le comentó de lo extraño de ello.

Jude seguía sin ocultar el desprecio que le tenía a él, o lo que representaba. Y a pesar de una negación inicial, consentía que su hija pasara el tiempo con él. Tal vez no lo había hablado con el padre de Lucy, pero éste tampoco se acercaba a él con preguntas alguna. Iba en serio con la joven, muy en serio. Ella le había cautivado desde el primer instante, y el pasar su tiempo con ella reforzó un sentimiento más profundo. Si Lucy creía que su ceguera era un impedimento para tener lo que cualquier otra mujer a su edad, estaba equivocada ahí. Y aunque sabia que ella también le tenía afecto, no era consciente de cuán correspondido podía estar. Necesitaba averiguarlo. Y planeaba hablar de ello con la involucrada la noche anterior, de no ser por el incidente que le hizo desear degollar a un inglés por primera vez.

Cuando se acercó a la habitación donde vio por primera vez a Lucy cantar, el aroma de un delicioso postre lo tentó, pero fue la voz melódica de ella lanque terminó por atraerlo y le llevó a entrar. Una de las puertas estaba abierta, supuso que Virgo acababa de salir a juzgar por la mesita dispuesta con té y pastelillos recién hechos. Lucy se encontraba sentada frente al piano, cuando sus dedos empezaron a deslizarse por las teclas tocando una melodía pausada. Su voz emergió dolorosa.

¿Así que quieres jugar con mi cabeza? Hiciste que me derrumbara y desear haber muerto. No puedo creer cómo es posible haber caído ante un corazón tan marchito... —Natsu prestó gran atención a aquellas palabras que causaron escalofríos en su interior y removieron algo—. Me tomaste y usaste desde el comienzo. Sólo quiero saber la verdad, pero las palabras de tu corazón se hallan borrosas...

Sus dedos se detuvieron en un sonoro golpe que provocó un sonido un desquiciante. Y ella calló, sus ojos mirando al vacío y sus labios temblando en una línea firme que ya no podía mantener. Natsu quería acercarse a ella y tratar de entender qué le sucedía. Porque en algún lugar de su interior, él sintió que aquellas palabras estaban expresamente hechas para lo que le había ocurrido el día que perdió su visión y toda la reputación que el apellido Heartfilia conllevaba.

Lucy rompió a llorar, no fue un llanto llamativo. Estaba seguro que, de no estar la puerta abierta, ni siquiera la hubiese oído. Pero era evidente, pues se abrazaba a sí misma y su respiración la delataba. El temblor de sus hombros terminó por confirmarlo. Y a punto estuvo de precipitarse a ella cuando Virgo se interpuso delante suyo y con una sola mirada le pidió silencio. Él aguardó mientras la sirviente caminaba hasta su ama y procedía a darle un pañuelo y recolocar los lazos del vestido que se habían soltado de sus hombros.

You raise me up.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora