-Capítulo 2-

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-Maratón 2/3-

-¿En qué piensas?

La voz de su hermana la trajo de vuelta a la realidad, en donde Yelena le ayudaba a empacar. Cuando normalmente se encontraría también Wanda, hoy sólo estaba la rubia; Por primera vez en mucho tiempo, las familias estaban separadas.

-En nada, hermanita.

-¿Por qué siento que más bien pensabas en todo?

-No sé de qué me hablas.

-Yo creo que sí sabes, hermanita -Yelena regresó el apodo burlón con una sonrisa divertida bailando en sus labios.

Con un suspiro, la pelirroja terminó por rendirse en su intento de ignorar a la rubia. De igual manera, no iba a contarle lo que había escuchado en la sala de reuniones. Solo había algo que le gustaba menos que mentirle a Yelena; que Yelena se preocupara.

-Es solo que esto no me gusta. En lo absoluto.

-Dímelo a mi -soltó con un bufido- Pietro estará fuera por los Dioses saben cuanto tiempo.

-Es bueno saber que te preocupas por tu hermana también -dijo, enarcando una ceja.

-Y mi hermana favorita también lo estará, por eso no me gusta esto del tratado

-Anda, como si tuvieras otra hermana

La rubia le sacó la lengua en un gesto infantil, acomodando un corpiño negro en una de las valijas. Natalia se dirigió al armario y sacó uno de los vestidos más ligeros y frescos que pudo encontrar. Uno de algodón color jade. Se dirigía a un clima cálido, así que trató sólo de empacar las cosas más frescas que se podían encontrar en el armario de una heredera de Norte. Las cuales no eran muchas, por cierto.

Al otro lado de la habitación, su hermana suspiró.

-¿Nat?

-¿Si, Yel?

-¿Crees... crees que es una trampa?

Imitó a su hermana cuando se sentó en la cama gigante con dosel, aún con el vestido en sus manos.

-No lo sé

-Tengo... estoy preocupada. Estoy preocupada por Piet, por ti, por Wanda. Nat, me aterra que vuelva a pasar...

La pelirroja se tensó al saber a dónde quería llegar su hermana.

-Pero nosotros no somos ellas -dijo, tomando su mano, dejando el vestido en su regazo     -Nunca lo seremos. Te lo prometo, Yelena. No dejaré que lo seamos.

Yelena alzó la mirada del suelo al escuchar eso. Sus grandes ojos verdes mostraban un sentimiento que ambas odiaban, pero que conocían bien. Impotencia.

Su corazón se rompió un poco por ella. Yelena no podía ir. A pesar de ser  su hermana, era la segunda hija y eso todo el Reino lo sabía. A diferencia de Wanda y Pietro, Natalia y Yelena tenían casi 5 años de diferencia. Los gemelos contaban con esa ventaja, ni Sur ni Este sabían cuál de los dos era heredero. A Pietro se le había prohibido usar sus dones en cualquier lugar que no fuera el palacio y en frente de cualquiera que no fueran las familias reales. Wanda iba solo como burla a los pocos resultados que tuvieron los espías tratando de averiguar quién contaba con el don del Aire.

Once upon a time... (HIATUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora