-Capítulo 3-

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-Maratón 3/3-

Al salir de los establos hacia el patio donde se encontraba la escolta, Natalia se sintió nerviosa. Y eso la asustó. Ella nunca se ponía nerviosa, en ninguna circunstancia u ocasión. Y sin embargo, ahí estaba ella, a lomos de Widow, con un arco, armada, dirigiéndose a reunirse con sus enemigos, con los cuales había firmado una tregua tan invisible como inestable y frágil. Vaya día.

Cuando por fin estuvo frente a frente con el teniente, con Wanda y Pietro en sus caballos atrás de ella, estaba tan nerviosa como cuando aprendía a controlar el fuego cuando era niña. Quemó un ala entera del palacio.

El teniente coronel de Sur era un hombre sorprendentemente joven y atractivo. Moreno, cabello oscuro, ojos oscuros y se veía alto sobre su caballo gris. Vestía una túnica para montar negra y pantalones de un apagado color vino. Además de una llamativa capa color dorado que ondeaba detrás de él. Pero eso no explicaba el porqué se le hacía familiar.

En cuanto puso su atención en ellos, palideció súbitamente. No era como si le sorprendiera, eran los herederos de sus enemigos, una de las cuales era la heredera del fuego, el ardor del fuego en sus dedos gracias a los nervios se lo recordó a Natalia. Pietro no sólo era capaz de manejar el aire, él era aire. Podía hacerse invisible e intocable en segundos, y desvanecer a quien y lo que se le antojara.

Los dones de los herederos iban ligados a quienes eran ellos. Pietro era juguetón y travieso. Por eso podía desaparecerse y desaparecer cuando quisiera, además de los dones que iban ya con el aire, tornados, tormentas, corrientes de aire.

Los dones crecían con cada persona, es decir, que si la descendencia de Pietro -y probablemente Yelena- nacía con el don, tendría las habilidades de su padre, las de todos sus ancestros, más las que fuera capaz de desarrollar en el futuro. Pero Natalia... Todos en el Reino sabían que el agua y el fuego eran los elementos más poderosos. El don del agua era poderoso debido al gran recurso hídrico del Reino. El fuego debido a que era impredecible. Y peligroso.

-Majestades- habló el comandante. Este era notablemente más viejo que su superior, lo cual era curioso ante los ojos de Natalia. Pietro habló primero.

-¿Comandante...?

-Coulson. Phillip Coulson.

-Comandante Coulson- habló esta vez Natalia, asegurándose de usar el tono y expresión más frías de su armamento. Notó que Coulson también palidecía, pero le mantenía la mirada. Sonrió internamente, por más malo que fuera eso, el hombre no le caía tan mal.

-No me lo creo. Tal parece que no sólo eres así conmigo, arañita

Natalia se volvió tan rápido hacia el teniente que hasta Widow se estremeció. Y, mierda, con razón se le hizo familiar su rostro.

-El imbécil del bosque, ¿me equivoco?

-Preferiría teniente Anthony Stark, pero no tengo problemas con ello si desea llamarme así, majestad- La palabra llegó a sus oídos bañada en burla. Natalia sentía que las puntas de sus dedos ardían, y eso nunca era buena señal. Debía de ignorarlo.

-Me parece que nos falta un poco de información por acá, Natalia- Wanda habló por primera vez, sonando realmente confundida. No les había contado sobre su encontronazo con el ahora conocido como Stark en el bosque. Con toda la situación de la visita a Sur, lo había olvidado.

Once upon a time... (HIATUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora