Día 16 • El prisionero

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El prisionero

¡Vivo un delirio!,
¡por amar al cielo!,
¡y no al encierro!,
¡como debería hacer un preso!

El culpable fue el encierro;
me volvió amante del cielo;
infiel a la oscuridad,
e infiel al destierro.

En las más temerarias noches,
por mi celda arrastraba las cadenas,
hasta ver que luz se colaba por los barrotes,
del diminuto cubículo de las mazmorras.

No había podído contar los dias,
más añoraba esas nubes,
esponjosas compañeras,
de los ilustres cielos azules.

Cada que podía cerrar mis ojos,
si es que podía dormir a creces,
entre el hedor de podredumbres,
soñaba con el cielo tras los cerrojos.

Allá afuera, se encontraba mi doncella,
a quien bajo la más preciosa estrella,
le prometí sería mi compañera eterna,
¡cuanto lo detesto!, ¡pues cumplo una pena!

Se dice que le arranqué la vida,
a un hombre de cantina,
¡que yo tenia una deuda!
¡menuda sorna!

Nunca fui capaz,
de matar ni a un insecto,
¿mataría a ese capataz?,
¡es claro que no es cierto!

¡Me inculparon de asesino!
¡Me inculparon de maligno!,
¡mas yo extraño al señor cielo!,
¡que sabe que yo soy tranquilo!

Llueve cielo, llueve nube gris,
hazlo para calmar esta crisis,
¡llevame a mi tierra natal!,
donde se cultiva el maíz.

Sea respirando o muriendo,
llevame a ver a mi amada,
¡dile que mi corazón está ardiendo!,
¡que mi alma está desamparada!

Yo no soy de abolengo,
ni buena fortuna tengo,
¡mi único amigo es el cielo!,
¡y ese es mi único consuelo!

30 días de poesíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora