"En el laberinto de salones y miradas furtivas de la sociedad londinense de 1813, su corazón buscaba refugio en los recuerdos de una infancia compartida y en el anhelo silencioso de conquistar el alma de la joven que, sin desear el matrimonio, cauti...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El baile de apertura de temporada en la casa Danbury es una invitación realmente codiciada. Puesto que todas las debutantes desde Park Lane hasta Regent Street serán allí exhibidas.
La familia Featherington entró en el salón ganándose las miradas de todos los invitados. Elizabeth mostró su mejor sonrisa hacia los presentes y avanzó entre las parejas del brazo de su padre.
Con títulos, castas e inocentes, han sido criadas y educadas para esto desde su nacimiento.
Esta noche, descubriremos que jovencitas son capaces de conseguir una buena pareja, y de esa forma, evitar la terrible y deprimente condición de solteronas.
Las dos hermanas Featherington miraban melancólicas a los caballeros que pasaban ante sus ojos, esperando que alguno se detuviera y las invitara a bailar aunque sólo fuera una pieza. A su lado, la más mayor y la pequeña mantenían una alegre charla mientras observaban a las parejas.
- Pen, ¿tanto te gusta el traje de Colin que no paras de observarle?- llamó su atención Elizabeth.
- ¿Qué? No, no, no, yo solo estaba... admirando a las parejas.
- Claro hermana, yo solo preguntaba - con un guiño se despidió de ella y caminó por el salón en busca de la mesa de bebidas. Si quería soportar la noche debería tomar más de una copa .
- Oh, disculpe - se lamentó cuando chocó con un robusto cuerpo. Levantó la vista encontrándose con un apuesto caballero de piel morena.
- Tranquila - le restó importancia e intentó marcharse ignorando a la joven a la que casi arrollaba.
- Perdone, ¿puedo saber su nombre? - cuestionó curiosa.
- ¿Debo suponer en serio que no me conoce? - se burló.
- Nunca le había visto por Londres señor... - dejó la palabra en el aire esperando que el chico revelara su identidad.
- Es que ya hacen lo que sea - suspiró cansado provocando una cara de confusión en la joven.
- No le entiendo. ¿Tan malo es su nombre que no puede revelárselo a una humilde joven? - río burlona.
- Simón Basset.
- Es un placer conocerle - extendió su mano y el duque se la besó cansado - ¿Y a qué se debe su visita si puede saberse?
