Una cita fallida

411 24 1
                                    

                 HANNAH

— Tíaaaa,  ¿cuando vienes? Mami dice que cuando yo tenga así— El pequeño Christian me muestra cuatro dedos — Tú vendrás.

— No te prometo nada tesoro, pero te aseguro de que te enviaré un regalo precioso.

— Chris, mándale un beso a tía y despídete de ella. — interviene Cami.

— Nooooo — llora el pequeño y patalea. — ¡YO QUIERO!.

— Ya sé que quieres seguir hablando con tía Hannah pero te tienes que bañar. ¡George por Dios ayúdame!— dice Cami un poco exasperada.

George coge al niño en brazos y se lo lleva.  Más calmada Cami me dice:

— Bichita,  hay dos personas que se mueren por hablar contigo.  Te los paso.

Mi sorpresa es mayúscula cuando veo los rostros de mis padres y la emoción lucha por salir de mí en forma de llanto. Hace tanto que no los veo...

— Hola hija. ¿Cómo estás?
...Y escuchar la voz de mi madre después de tres años de silencio es como un bálsamo para mis heridas.

******Dos años después********

El mes de agosto se acaba y pronto empezaré mi sexto y último año de medicina. Pronto me graduaré. Mientras disfruto de los últimos días de vacaciones en Cayo Coco, un precioso destino turístico. Acostada en una tumbona me bronceo al sol. En estos casi seis años que llevo en Cuba debo admitir que lo que más me ha gustado son las playas. Danae llega hacia mí y me arrastra con ella a la playa y nos damos un buen chapuzón. Rato después nos sentamos en un ranchón y tomamos piña colada para vencer el calor que hace. Aquí los veranos son ardientes.

— Hannah, mira a la derecha con discresión y mira al bombonazo que no te quita los ojos de encima.

Giro mi cabeza con disimulo y lo veo. En efecto, es muy apuesto, como se diría en este país “Está pa'comer y pa' llevar”. Nuestras miradas se cruzan y no puedo evitar sonreír. Se acerca a nosotras y nos invita a otra piña colada que nosotras aceptamos gustosas.
Se llama Fabián y es de ese tipo de chicos moreno con ojos claros, muy alto y con un cuerpazo olímpico, como dicen los cubanos: “Ta' imponente”. Hablamos un rato y nos cuenta que él terminó este año su carrera de ingeniería química y que en septiembre empezará a hacer prácticas. La tarde pasa volando y nos despedimos, no sin antes prometerle que nos veríamos esta noche en el cabaret.

Danae y yo vamos hacia mi habitación que, como ya es costumbre, comparto con Yanna. Al entrar la encontramos hablando por teléfono con Javier, su nuevo ligue de verano. A veces ella me hace gracia y a la vez me da un poco de envidia. Ella tiene tanta facilidad de pasar de un chico a otro, sin remordimientos,  añoranza o nostalgia. Yo quisiera ser así como ella, pero la realidad es que llevo seis años en este país y ni siquiera he podido besar a otro chico porque vivo obsesionada con Jan.

Novios: ni uno; ligue de una noche: menos aún; sexo: ya no sé lo que es eso. Mi vida se ha vuelto sosa y aburrida. De la universidad a la casa, de la casa a la universidad. Una fiesta de vez en cuando, algunos tragos para matar la nostalgia. Y en las noches: jadeos y gemidos en la habitación de al lado y yo escuchando música, estudiando o acordándome de todos los antepasados de Yanna por ser tan escandalosa.  Lo sé, doy pena.

Yanna cuelga el teléfono muy feliz de la vida y casi grita:

— ¡He quedado con Javier esta noche! — me mira y yo suspiro. Otra noche sin dormir o con audífonos puestos para mí. Sonríe y aclara — No te preocupes. La parte emocionante será en su habitación.

Nos reímos, esta chica no tiene remedio.

— ¿Sabes quien más tiene una cita esta noche?  — pregunta Danae creando expectación.

— ¿Quién?

— Redoble de tambores — simula con sus dedos estar tocando un tambor —¡HANNAH ANDERSON!

—  ¿De verdad? — Yanna parece más emocionada por mi cita que por la suya.

Asiento sin ganas de dar explicaciones, pero como Danae es una cotilla da todas las explicaciones sin saltarse nada y exagerando algunas cosas.

— ¿De verdad estaba tan bueno?  — silva — Por fin te van a desvirgar Hannah.

— Yo no soy virgen — replico ofendida.

— Pues con el tiempo que llevas sin usarlo ya casi estará como nuevo — Yanna se ríe a carcajadas — De todas formas te digo, si no quieres al Fabi pa' ti, yo me quedo con él sin problemas.

—¡ Pero que descarada eres!  — me río sin poder remediarlo.

El cabaret está a rebosar.  Danae me acompaña y no pasan ni 5 minutos cuando ella localiza a Fabián cerca de la barra.

— Hola hermosas — saluda zalamero en cuanto nos ve.

Rápidamente entablamos conversación. Debo admitir que Fabián es un hombre interesante, un hombre simpático, con chispa, con el que nunca te aburres y muy respetuoso. Sin dudas estoy encantada con él. Danae desapareció sin que me diera cuenta, de seguro no quiere andar de “sapa”.

De todas formas esa noche no ocurrió nada de lo que ella imaginaba. Solo bebimos, conversamos y bailamos. Hacia medianoche me fui a mi habitación y de lo único que fue testigo mi cama fue de unas cuantas horas de sueño profundo.

Con el paso de los días Fabián y yo nos hacemos amigos y, claro está, él pretende llegar a más. No me fuerza a nada ni me presiona y se lo agradezco pero al acercarse la fecha de nuestra partida él se ponía cada vez más ansioso.

La última noche, después de unas cuantas piñas con licor, Fabián consiguió besarme sin resistencia por mi parte. Después de mucho pensar y de un pequeño empujoncito que me dio el alcohol, pensé que quizás podría intentarlo.

Llevaba años sin dejar que ningún espécimen masculino se me acercara, pero decidí darle una oportunidad, a fin de cuentas no perdería nada intentando y si las cosas salían mal, mañana pondría pies en polvorosa.

Mi habitación estaba a oscuras y no se escuchaba nada más que el aplastante silencio. Yanna estaba con Javier.

Lentamente se fue acercando a mí y yo retrocedí hasta que di con la cama. Me abrazó y me estrechó contra su cuerpo sólido. Un beso y sus manos recorrieron mi espalda hasta llegar a mi trasero, al que apretó con ímpetu mientras me besaba con mayor vivacidad.

En poco tiempo él estaba desnudo y ¡Oh Dios!, estaba muy bien dotado. Su cuerpo era una obra de gimnasio. Sin embargo presenciar su cuerpo definida u sentir sus caricias en mi cuerpo no fue suficiente para despertar mi lívido, que permanecía dormida desde hacía años.
No podía seguir adelante, mi cuerpo, mi mente y mi corazón se resistía como siempre.

— Espera Fabián, por favor — le pedí cuando se disponía a quitarme el tanga que llevaba puesto, su único obstáculo hacia mi absoluta desnudez.

— ¿Qué sucede? — preguntó observándome detenidamente. Sonrió — No me digas que te da vergüenza estar desnuda frente a mí, ¿o sí? ¿Eres virgen? — preguntó ofuscado.

— No es eso, es solo que... — ¿cómo explicarlo? — No puedo hacerlo Fabián, no puedo.  Lo siento, pero no puedo dejar que te conviertas en otro Charlie.

Sin entender nada se vistió y se marchó. Sentí un vacío en el estómago. ¿Hasta cuándo sería esto? ¿Hasta cuándo iba a seguir obsesionada con la misma persona?

Lo que más odiaba era pensar que mientras yo seguía sufriendo como si todo lo ocurrido hubiera pasado ayer y no hace años, quizás Jan habría rehecho su vida. No lo sabía a ciencia cierta, evitaba hablar sobre él con las chicas, pero era algo inevitable.
Al día de hoy yo ya soy una mujer, de 23 años, independiente y con un futuro profesional por delante y sin embargo... Sin embargo mi corazón seguía y persistía en el mismo sitio, amando y extrañando con toda intensidad a mi chico de amplia sonrisa.

Siempre tuyo, princesa. ( Mi princesa 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora