Capítulo 1. Una Cita De Negocios

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El sol hacia su aparición por la mañana dejando unos tiernos rayos entrar por la amplia ventana que ocupaba toda la pared frontal de la sala. La habitación estaba totalmente iluminada por las luces que  olvidó apagar al quedarse profundamente dormida reposando su cabeza sobre el escritorio, pero solamente el leve calor de los rayos solares había logrado despertar a Mikasa de ese profundo y largo sueño, se desperezó y se dio cuenta que seguía en su oficina. Se sorprendió al darse cuenta que era hora de trabajar, tenía programada su primera entrevista con un nuevo cliente y  ella no estaba lista, era la primera vez que le pasaba algo semejante; se quedó dormida mientras trabajaba y no había ido a casa, por lo que pensó no le daría tiempo de  ir hasta su casa a prepararse para la cita con el cliente, se dirigió al baño de la oficina, lavó su rostro, dientes y cepilló su negra cabellera que apenas rozaba sus hombros y por su lacio natural no necesitaba mayor atención que un cepillado rápido, secó su rostro y aplicó protector solar ya que jamás y bajo ninguna circunstancia omitia este paso, pues debido a su profesión pasaba muchas horas expuesta al sol. Ella no era de usar maquillaje, su pálida y suave tez le daban un aspecto de muñeca de porcelana, sus grandes y a la vez rasgados ojos delineados por unas tupidas y gruesas pestañas le daban el toque de perfección a su belleza. 

Sacudió su blazer, rocío de su fragancia por su ropa y cuerpo, se vio en el reflejo del cristal de la ventana acomodó rápidamente su desaliñada camisa y puso alrededor de su cuello su roja e inseparable bufanda que había dejado en la silla donde antes dormía, ese pedazo de tela que le ofrecía la melancolía de los recuerdos, pero que a su vez le llenaba de calma. Buscó una carpeta que tenía en su escritorio y salió al lugar acordado. 

Por suerte para Mikasa era un desayuno, no solía entrevistar a sus clientes fuera de su oficina, pero este cliente era un hombre muy ocupado y por insistencia de su amiga y colega Sasha había aceptado verlo en una cafetería. Sasha le había dicho que el café estaba a unas calles del lugar de trabajo del cliente y que sería perfecto ya que quedaba de paso para ambos, sería una entrevista rápida.   Necesitaba un diseño moderno puesto que era para una serie de condominios que estaban en construcción y planeaban inaugurar antes que  el año terminará.
Condujo su automóvil hasta el lugar acordado, aunque no tardó en llegar si había demorado un poco debido al tráfico que a esas horas de la mañana era exasperante, se acercó a la cafetería, pero no encontró donde estacionar así que no le quedó más opción que aparcar a unas calles y caminar. —¡Por suerte nunca uso tacos altos!— Pensó la chica y es que lo máximo eran de un alto de cuatro centímetros, ya que ella media 1.70  de estatura y esto le parecía adecuado para movilizarse cómodamente cuando estaba en algún proyecto. 

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El aire fresco de la mañana rozó sus mejillas y alboroto su cabellera, cubrió la mitad de sus rostro con la bufanda para aminorar el frío que sentía. Observó a su alrededor buscando a alguien que encaje en la descripción de su cliente, pensó en llamarle, cuando se percató que no tenía registrado su número; se dispuso a llamar a Sasha para preguntarle sobre este, cuando advirtió por la ventana a un hombre que atrajo su atención, sintió un leve escalofrío, ¿ Acaso era una casualidad de la vida encontrar a alguien tan peculiar? ¿Qué probabilidades existen que encuentres al hombre de tus sueños en una entrevista de trabajo? Literalmente hablando.

En la cafetería no habían muchas personas,  varias mesas estaban vacías y en una esquina de esta frente a un ventanal se encontraba un hombre sentado con el brazo reposando en el respaldar de la silla y las piernas cruzadas, miraba su reloj de reojo a cada minuto, alternando su vista entre la ventana y el reloj; era un hombre elegante, vestía un  traje slim fit negro, oxford lisos, se podría decir con sólo verlo que cuidaba muy bien su aspecto, todo estaba colocado en su lugar y totalmente limpio, pero sin duda lo más llamativo en él eran sus ojos, se veían cansados, tenía grandes y marcadas ojeras y una mirada fría, pero por muy extraño que suene, enigmática, decía mucho y nada con una sola mirada, podría decirse que denotaba fastidio pero no lo suficiente, o era ¿desinterés?, o simplemente no decía ¿nada?, en lo que sí podemos estar de acuerdo es que esa mirada podía atemorizar a cualquiera. 

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