03 | La diferencia entre casa y hogar.

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Emma

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Emma.

Vuelvo dentro del local y la música vuelve a estar a todo volumen aunque yo ya no siento la euforia y adrenalina de hace unos minutos.

Me he relajado un poco fuera y el cansancio aparece como una pared enfrente.

Hay todavía más gente que antes. Es increíble, si antes pensaba que había mucha ahora, ahora hay demasiada, es agobiante. Cuánto más tarde mejor, parece ser.

Miro el móvil y son ya las once y media. Técnicamente he cumplido el trato. Se supone que debía estar aquí hasta las diez y media mínimo y he sobrepasado el mínimo hace ya una hora.

Me siento orgullosa, la última vez fue peor, mucho peor. Creo que solo aguanté un cuarto de hora, luego corrí a un baño cualquiera y vomité.

Ahora que el castaño se ha ido, me encuentro sin nadie más a quién hablar. Había sido una gran salvación que me hablase antes. Ahora vuelvo a estar incómoda.

Dentro localizo a Kaia y a Diego besándose como si se les acabase la vida mañana. A veces y solo a veces los envidio. A sus 20 y 17 años ya llevan una relación estable de 3 años y medio. Nunca le han sido infiel al otro y siempre se han entendido entre ellos genial. Saben respetarse el uno al otro y tienen una confianza preciosa.

Pero dudo que pudiese tener eso con alguien. No tengo la energía y la paciencia necesaria para empezar algo serio con alguien. No creo que sea el momento. Ahora mismo siento que me tengo que centrar en mí y en mis pinturas.

Quizás debería dejarles en paz y quedarme un rato más pero me siento un poco incómoda y la gente me está agobiando.

Me llevo varios empujones que me empequeñecen todavía más. No estoy agusto.

No lo entiendo, ¿por qué me pasa esto? ¿No puedo ser como una adolescente más, no puedo pasar un buen rato de fiesta sin estar así?

Empiezo a hiperventilar y cuento hasta treinta intentando calmarme. Me araño la nuca, nerviosa y me muerdo las uñas.

Calmate Emma y no montes una escena. Hay demasiada gente. Mamá siempre me decía que la avergonzaba cuando me ponía así en la calle o en alguna cena.

Qué paren todos, que se callen todos, que se vayan todos...por favor.

Quiero irme.

Busco con la mirada a Kaia y a Diego.Me acerco a donde están los dos y le doy un golpecito en el hombro a mi amiga para que deje de besarse con su novio un segundo.

-¿Qué pasa, At? -me pregunta y al ver mi expresión, vuelve a preguntar-: ¿Estás bien? ¿Ha pasado algo malo con ese chico?

Se separa de su novio y se acerca más a mí. Mierda, he vuelto a cargarla, ahora está preocupada.

-No, no, tranquila. Es solo que me quería ir ya a casa... Se está haciendo tarde y no quiero estar más aquí. Estoy en poco agobiada con tanto ruido.-me explico resumidamente mientras me poco a juguetear con los anillos de mi mano derecha, un poco avergonzada por chafarle la noche.

Cuando las estrellas dejen de brillarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora