07 | Una pregunta

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Adam.

Veo una cabellera negra aparecer por la puerta y me doy cuenta de que ya ha dejado de sorprenderme que aparezca por aquí.

Emma lleva viniendo ya tres semanas seguidas, al principio me molestó que apareciese tan seguido pero ahora ya me he acostumbrado a su presencia, a ese sonido bajito que hacen sus pisadas mientras trabajo.

— Buenos días, Adam.

Su sonrisa de siempre vuelve a aparecer y me doy cuenta de que cada vez me cuesta más contener la mía.

¿Qué cojones?

— Hey.

Se acerca al mostrador y cuando me tiene delante veo cómo coge aire y me preparo para el bombardeo de comentarios que me hace cada vez que se ha terminado un libro que le he recomendado.

— ¡No lo entiendo, es que es estúpida!—se queja— El asesino claramente es David, y aún así a pesar de todas las pruebas que apuntan a que ese es el verdadero asesino ella sigue creyéndole hasta el final. No. Lo. Entiendo. Dios, me desespera.

Levanta las dos manos y se agarra las puntas del pelo tirando un poco. Me recuerda la verdad a un dibujo animado cuando se enfada. Aún así con las mejillas coloradas y la desesperación se ve bonita.

— Yo la entiendo. — veo cómo me fulmina con la mirada, incrédula.— Date cuenta de que ella verdaderamente está enamorada de él o, bueno, ha sido manipulada por él. No es tan fácil odiar a alguien que quieres, Emma.

— Lo sé, pero eso tiene límites. — explica cabezota. — Si mi novio fuese un asesino me alejaría de él. Es lo lógico.

— A ver, tienes que ponerte en su lugar.

Se cruza de brazos y no sé si maldecir o bendecir por esa camiseta que lleva de tirantes negra que deja unas vistas espectaculares para mortales como yo.

Recuerdo que lo primero que pensé cuando la vi es que tenía un cuerpo hermoso, sí, lo siento pero eso ya me atrajo, aunque luego vino lo de la bebida tirada en mi camiseta y dejé de fijarme en la curva de su cintura.

Sus ojos azules pálidos me llamaron la atención. Parecía que veía mi alma entera con ellos. Su pelo también lucía espectacular.

— Sí, me pongo en su lugar, pero me saca de quicio ver cómo se mete en la boca del lobo ella solita.

De vez en cuando desconecto y me fijo en sus labios, que se mueven para replicar cada cosa que digo. Parecen suaves. Toda ella huele bien y a veces tengo que reprimir el impulso de acercarme y apoyar mi cabeza en ese hueco entre el hombro y el cuello que tanto me gusta.

Olía a café. Maldije mentalmente, si su personalidad fuese diferente a estas alturas estaría pillado de ella. Gracias a Dios no es para nada mi tipo, ahora mismo no es el mejor momento para enamorarme. Sería un estorbo.

Su voz resuena por todo el lugar y eso me irrita a veces. Me gusta la gente silenciosa, calmada y ella no encaja para nada en esa descripción.

De repente se queda callada, espera, ¿de repente? No tengo muy claro cuánto tiempo llevo mirándola sin decir nada.

Se me hace raro el silencio que se instala entre nosotros.

— ¿Emma? ¿Por qué has dejado de hablar?

Levanta la vista del suelo.

— Es que no me estabas escuchando.

— Perdón, sigue.

Frunce el ceño.

— Oye, yo vengo aquí contándote el rollo y si no te interesa puedes decírmelo sin problemas. — dice amablemente. — A veces hablo demasiado.

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⏰ Última actualización: Aug 23, 2023 ⏰

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