Possibly in Michigan | Woosan

II

Yunho anhelaba ese aroma sexual que olía a hogar. Había usado tantas máscaras para ocultarse que olvidó quién era, a quién conocía. Se imaginaba a sí mismo besando a Wooyoung, según él, si le besaba, se iba a convertir en el hombre que el menor quisiera.

Yunho empezó a tocar el timbre de Wooyoung de forma desesperada, el más bajito, quien tomaba una siesta se asustó, restregó sus ojos y se levantó. Miró por aquel agujero de la puerta y le vió. Ahora estaba seguro que no era su imaginación, ese hombre era real.

— Soy yo, Yunho. Por favor, ábreme la puerta Woonie, no hagas que la derribe...

Gritaba el chico mientras el chico corría a llamar a San, totalmente asustado. Mientras al mismo tiempo buscaba el nombre de aquel hombre por internet. Cuando entró al primer link quedó petrificado.

"Un hombre de 32 años identificado como Jeong Yun-ho está siendo buscado por la policía coreana, ya que ha cometido el crímen de canibalismo múltiples veces. Cualquier información es bienvenida."

Iba a seguir leyendo pero el miedo era mayor. Le dijo a San que por favor le ayudara, que el hombre era real y que era un caníbal muy buscado.

De repente, una roca impactó contra la ventana de la habitación del bajo. Iba a darse vuelta cuando una mano le tomó del cuello, quitándole la respiración en unos cuantos segundos. El más alto besó a Wooyoung, lo sintió como el paraíso, moviendo sus labios suavemente contra los del chico de mejillas tiernas.

— Tienes dos opciones, cielo. Uno, te comeré ahora. O dos, cortaré tus brazos y piernas, una por una y las comeré lentamente...

Susurró el mayor en su oído, haciendo que Wooyoung negara mientras trataba de respirar vagamente.

— ¿Por qué me haces esto?

Musitó entre suspiros vagos. Iba a tomar el florero cercano, hasta que una recibió una cachetada por parte del castaño. Múltiples cachetadas que le hicieron caer a la cama, luego un par de golpes y sintió que la conciencia le fallaba. Al parecer su muerte ya había llegado, podía escuchar vagamente la risa de aquel demonio de carne y hueso que era el mayor.

Yunho le dejó por unos segundos, sentándose en la cama mientras el más bajo se recuperaba.

— Por amor.

— E-el amor no debería costar un brazo o una pierna..

El pelinegro rió nuevamente, no sin antes dejar otra cachetada en el pálido rostro del menor.

— Hueles muy bien, la flor más dulce de todas. Me he enamorado muchas veces pero, el aroma de tu piel no se puede comparar. Es una lástima que tenga que comerte. No creo encontrar a nadie como tú.

Yunho se acercaba a Wooyoung, empezando a quitar su ropa mientras el menor era un manojo de gritos. De repente se escuchó un disparo, era San.